El presidente Luis Abinader ha impulsado su gobierno con la bandera de la transparencia y el cambio, sin embargo, la realidad interna en el Partido Revolucionario Moderno (PRM) cuenta otra historia. La base del partido y la ala política, que deberían ser pilares en su gestión, han sido ignoradas y desatendidas, a tal grado que sus desconsideraciones han tenido consecuencias trágicas.
El PRM se está desmoronando desde adentro, mientras la cúpula del partido y el presidente observan con una indiferencia alarmante. En lugar de fortalecer los lazos internos y responder a las necesidades de su base, parecen ignorar por completo las fracturas que cada día se profundizan más.
Las promesas incumplidas y el abandono de los propios militantes solo han dejado un sentimiento de desilusión y traición, como si todo el esfuerzo invertido en llevar al PRM al poder «les importara tres pepinos» a los líderes que hoy lo dirigen.
Cada vez que los diputados del PRM le aprueban un nuevo préstamo al presidente, respaldan decisiones de una administración que parece sorda ante las necesidades de su propia gente. No se trata solo de números en un presupuesto; estos préstamos reflejan un respaldo político que, en estos momentos, es cuestionable y debería suspenderse hasta que Abinader responda a su partido y, sobre todo, a su base.
Uno de los casos que ilustra el desprecio hacia los aliados internos es el asesinato del ministro de Medio Ambiente Orlando Jorge Mera en su propio despacho, a manos de un amigo que, según testimonios, cargaba con el resentimiento de promesas incumplidas. Y ahora, más recientemente, el suicidio del exregidor Abel Matos, quien fue abandonado tras múltiples promesas de un nombramiento que nunca llegó.
Estas tragedias revelan la frustración de quienes, sin recibir el reconocimiento merecido, son dejados al margen, en un partido que prometió renovación, pero entrega indiferencia. Es una falta de respeto y consideración hacia quienes entregaron su tiempo, energía y lealtad para llevar al PRM al poder.
En este contexto, los diputados del PRM tienen la responsabilidad de poner un alto. La aprobación de más préstamos al presidente, sin antes exigirle que atienda las demandas de su propio partido, sería una traición a la base. Este no es el momento para nuevos compromisos económicos hasta que la lealtad sea correspondida, los compromisos cumplidos, y la dignidad de aquellos que ayudaron a construir este gobierno sea restaurada.
Los diputados deben enviar un mensaje claro al presidente Abinader: sin respuesta a la base, sin apoyo en el Congreso.
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