David Collado, actual ministro de Turismo, es un político con una notable exposición mediática y una gestión al frente de su ministerio que ha sido, en términos generales, bien valorada. Sin embargo, su camino hacia la presidencia de la República Dominicana, si desea alcanzarla dentro del marco del Partido Revolucionario Moderno (PRM), parece estar marcado por un callejón sin salida. La razón principal: el hombre no tiene raíces profundas dentro de la estructura del PRM, ni de la base ni de la cúpula.
En las últimas elecciones municipales de 2024, por ejemplo, a David Collado se le asignó la circunscripción 1 de Santo Domingo Este para hacer campaña, y no apareció. Esto no es una simple anécdota; es un reflejo de su desconexión con la militancia, con las estructuras del partido que se supone deberían respaldarlo.
Si bien su labor en Turismo ha sido destacable, su falta de conexión emocional y política con los miembros fundamentales del PRM lo coloca en una posición difícil. No ha hecho un trabajo de base que lo coloque como alguien legítimo dentro del PRM. En el partido, es visto más como un outsider que como un verdadero líder de la organización.
Esta desconexión de la estructura partidaria lo coloca en una situación en la que su única vía viable para aspirar a la presidencia sería fuera del PRM, como candidato independiente. Sin embargo, lanzarse como independiente sería un suicidio político. El peso de la maquinaria política y la estructura partidaria en la República Dominicana es tal, que cualquier candidato sin un partido de apoyo detrás está condenado a ser un fenómeno aislado, sin capacidad de trascender. La independencia puede parecer atractiva desde la perspectiva del marketing político, pero en la práctica es un callejón sin salida.
Por otro lado, una salida menos radical pero igualmente complicada sería buscar un acuerdo con la oposición. La opción más viable sería hacer las paces con figuras como Miguel Vargas del PRD y Danilo Medina del PLD, los cuales aún tienen un gran peso en la política del país. Sin embargo, en un escenario como este, no sería fácil convencer a Leonel Fernández de ceder su candidatura en favor de Collado, sobre todo porque su ego político y su influencia en la oposición no permiten tal rendición.
David Collado ha apostado por el marketing político como su carta para posicionarse en el imaginario colectivo. Ha gastado recursos en medios, ha buscado construirse como un hombre de imagen, y ha mostrado una gestión eficiente en Turismo. Sin embargo, no ha trabajado en lo esencial: las estructuras políticas. No tiene la red de apoyo dentro del PRM, ni dentro de la base de votantes, ni fuera de ella. Su nombre ha sido difundido, su cara es conocida, pero le falta el trabajo de hormiga necesario para conectar con la gente más allá del marketing y de la publicidad.
El exceso de exposición mediática que ha logrado durante su gestión también está jugando en su contra. Lo que en un principio parecía una estrategia de posicionamiento, hoy parece más bien una saturación. La gente comienza a ver en David Collado no al político que puede cambiar el rumbo del país, sino al hombre que busca el protagonismo sin la sustancia necesaria para liderar.
Por todo esto, la presidencia no es algo que se logre con imagen y marketing únicamente. Se necesita estructura, raíces en la política, y la capacidad de construir una red de apoyo sólida. David Collado está lejos de tener esto, y si sigue apostando a su imagen en lugar de trabajar en lo que realmente importa, su sueño presidencial podría convertirse en una fantasía que se desvanezca tan rápido como subió.
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