En abril, los ciudadanos dominicanos fuimos testigos de una preocupante contradicción institucional que pone en entredicho la coherencia de la política exterior y de defensa de la República Dominicana. De un lado, el Canciller Roberto Álvarez alertó públicamente que bandas armadas haitianas estaban cerca de la frontera, e incluso afirmó que un consulado dominicano había sido tomado por estas facciones criminales. Del otro lado, el Ministro de Defensa desmintió con serenidad estas declaraciones, minimizando los hechos y asegurando que no representan peligro para el país.


Esta disonancia entre dos altos funcionarios del Gobierno no solo pone en jaque la credibilidad de las autoridades, sino que también plantea una pregunta inevitable: ¿Está el Canciller actuando con sensatez o se ha dejado arrastrar por una narrativa de pánico sin fundamento?
Una narrativa sin respaldo
El Canciller Roberto Álvarez, en sus intervenciones públicas, parece haber asumido el rol de profeta del desastre. La afirmación de que un consulado fue «tomado» por bandas haitianas es gravísima y debería estar sustentada por evidencia contundente. Sin embargo, el propio Ministerio de Defensa, responsable de velar por la seguridad nacional, negó tal hecho. Si el Canciller no puede coordinar sus alertas con el órgano que maneja la inteligencia militar, entonces estamos ante un problema más grave que el de una simple diferencia de opinión.
El efecto boomerang del alarmismo
Las declaraciones del Canciller no solo generan zozobra, sino que también debilitan la posición internacional del país. ¿Qué mensaje se le envía al mundo cuando el jefe de la diplomacia actúa como portavoz del caos mientras el encargado de la defensa llama a la calma? Este tipo de descoordinaciones pueden tener consecuencias diplomáticas serias y afectar la percepción internacional sobre la estabilidad de la República Dominicana.
Además, la exageración de los hechos puede ser contraproducente: si mañana realmente ocurre una amenaza en la frontera, ¿Quién le creerá a un Canciller que ya ha dado la alarma sin pruebas?
¿Desconectado de la realidad?
La conducta del Canciller podría interpretarse como una desconexión peligrosa con el aparato gubernamental y con la realidad misma. En tiempos donde se requiere mesura, coordinación y liderazgo, su actuación sugiere lo contrario. ¿Está el Canciller fuera de sus cabales, como se preguntan muchos ciudadanos? ¿O está operando bajo intereses o presiones externas que ameritan una investigación más profunda?
Una urgencia institucional
Lo mínimo que se espera en una crisis regional como la haitiana es que las voces oficiales hablen con un mismo tono, con datos verificables y sin caer en el espectáculo. Este incidente entre el Canciller Roberto Álvarez y el Ministro de Defensa es más que un malentendido; es una señal de alerta sobre el manejo improvisado de nuestra política exterior y de seguridad nacional.
Si el Canciller Álvarez no puede alinear sus mensajes con los informes de seguridad y defensa del Estado, quizás sea momento de que el Presidente de la República tome cartas en el asunto. La diplomacia no puede ser un ejercicio de protagonismo emocional ni una plataforma para alarmismos infundados.
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