A lo largo de la historia, los gobiernos han adoptado diferentes estrategias para impulsar la educación y brindar oportunidades a la juventud. Mientras Nayib Bukele en El Salvador ha lanzado un programa de becas universales para los graduados de bachillerato, en la República Dominicana, Luis Abinader no ha implementado una iniciativa similar, a pesar de contar con una economía más sólida. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué impide que el gobierno dominicano haga lo mismo? ¿Es una cuestión de recursos o de prioridades?
La reciente iniciativa del presidente Nayib Bukele de otorgar becas a todos los jóvenes salvadoreños que se gradúen de bachillerato es un claro ejemplo de cómo un gobierno puede invertir en el futuro de su juventud sin que existan trabas burocráticas innecesarias. Sin embargo, al comparar la economía de El Salvador con la de la República Dominicana, surgen cuestionamientos sobre por qué en este último país no se implementan políticas similares sin caer en el populismo.
Desde un punto de vista macroeconómico, la República Dominicana cuenta con una economía más robusta y diversificada que la de El Salvador. Su PIB en 2023 superó los 110,000 millones de dólares, mientras que el salvadoreño apenas alcanzó los 34,000 millones.
Además, el crecimiento económico dominicano ha sido uno de los más dinámicos de la región, con una tasa promedio superior al 5% anual en la última década y el gobierno del presidente Abinader presume con orgullo, mientras que El Salvador ha mostrado un crecimiento mucho más modesto, rondando el 2.5% anual, pero aun así es mucho comparado con años anteriores antes de la llegada de Bukele.
Otro punto clave es la estructura de ingresos fiscales. La República Dominicana recauda más impuestos debido a su economía más diversificada, con sectores como el turismo, las zonas francas, la manufactura y la agroindustria aportando significativamente al fisco. En contraste, El Salvador depende en gran medida de las remesas, que representan casi el 25% de su PIB, un fenómeno menos pronunciado en la economía dominicana.
Si la República Dominicana tiene una economía más fuerte y diversificada, ¿por qué no puede implementar un programa de becas universal como el de Bukele? La respuesta radica en la falta de voluntad política y en un enfoque excesivamente populista de las políticas sociales. En lugar de diseñar programas estructurados y sostenibles, el gobierno dominicano ha optado por políticas asistencialistas de corto plazo, que si bien generan apoyo electoral inmediato, no solucionan los problemas de fondo de la educación y la movilidad social.
El programa de becas de El Salvador establece requisitos claros y compromisos por parte de los beneficiarios, como obtener buenas notas, completar un proceso formativo y realizar trabajo comunitario. Esto garantiza que los recursos sean bien utilizados y que los beneficiarios realmente se esfuercen por progresar. En la República Dominicana, iniciativas similares suelen estar mal gestionadas, con poca transparencia en la asignación de recursos y sin mecanismos de seguimiento efectivos.
La diferencia entre ambos países no es económica, sino de enfoque gubernamental. La República Dominicana tiene los recursos para ejecutar un programa de becas como el de Bukele, pero la falta de eficiencia y visión a largo plazo en la administración pública impide su implementación sin caer en el populismo. Es momento de que el presidente Luis Abinader prioricen políticas educativas bien estructuradas en lugar de estrategias clientelistas que solo perpetúan la dependencia y la desigualdad.
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