El pasado sábado, el presidente Luis Abinader se dirigió nuevamente al país, aprovechando lo que ya parece haberse convertido en una extensión semanal de su espacio Luis Abinader, ahora aderezado con una producción más «artística». Con iluminación cálida, música de fondo y gráficas que respaldaban sus afirmaciones, el presidente optó por un formato más elaborado, aunque esto no logró desviar la atención de las críticas que rodean a su gestión.
Lejos de abordar al pueblo dominicano como adultos capaces de comprender la realidad nacional, el mandatario presentó un discurso cargado de promesas y logros cuestionables. Sus palabras, en lugar de inspirar confianza, parecieron evocar en muchos la letra de Quizás, quizás, quizás, una canción que bien podría reflejar la frustración de una ciudadanía cansada de esperar resultados.
Crecimiento económico: cifras que no convencen
Uno de los puntos destacados por el presidente fue el supuesto crecimiento económico del 5.4% en octubre y un acumulado anual del 5.1%. Según estas cifras, el año cerrará con un crecimiento de al menos 5%. Sin embargo, esta narrativa es desmentida diariamente por la realidad de los dominicanos.
El crecimiento económico, en un contexto de altos precios de la canasta básica y salarios que no cubren las necesidades básicas, no es más que un dato técnico desconectado de la realidad. Los sectores más vulnerables no perciben ninguna mejoría en sus condiciones materiales, lo que cuestiona la efectividad de las políticas gubernamentales en redistribuir los beneficios de ese crecimiento.
Educación: avances cuestionables y ejecución ineficiente
La educación fue presentada como otra «joya de la corona» de su gobierno. Luis Abinader mencionó los logros del ITLA (Instituto Tecnológico de las Américas) y el relanzamiento del sector educativo. Sin embargo, estas afirmaciones quedan opacadas por la intención de fusionar el Ministerio de Educación Superior con el de Educación, una medida que podría desviar recursos críticos destinados a instituciones como la UASD y el propio ITLA.
Además, el escándalo reciente sobre el sistema de transporte eléctrico escolar (TRAE) evidencia una planificación deficiente. La falta de estaciones de carga suficientes ha obligado al ministerio a depender de instalaciones privadas, afectando tanto a los vehículos escolares como a los propietarios de carros eléctricos. Este problema subraya la incapacidad del gobierno de anticipar y resolver necesidades logísticas fundamentales.
Por otro lado, el Ministerio de Educación, lejos de enfrentar los desafíos en la calidad educativa, dejó de ejecutar más de 70 mil millones de pesos de su presupuesto en un año. Este subejercicio contradice las justificaciones oficiales de que la crisis en el sector se debe a la falta de recursos.
Bono navideño: un gesto simbólico mal ejecutado
El anuncio de un bono navideño de 1,500 pesos fue presentado como una gran noticia para aliviar la carga económica de los dominicanos. Sin embargo, el manejo de los fondos para este bono resultó en un escándalo cuando se descubrió que líderes de la oposición, como Danilo Medina y Francisco Javier García, figuraban entre los beneficiarios. Este error no solo es vergonzoso, sino que refleja un nivel preocupante de desorganización administrativa.
El cuestionado censo y sus implicaciones
El presidente utilizó datos del controvertido censo nacional para justificar ciertos logros y proyecciones. Sin embargo, este censo ha sido ampliamente desacreditado por sus problemas organizativos y una baja cobertura. La inclusión de preguntas ambiguas, como la percepción personal sobre la raza, también ha sido criticada por su falta de relevancia y precisión.
Al basar políticas y discursos en datos dudosos, el gobierno bordea los límites de la falsedad, debilitando aún más la confianza pública.
Promesas vacías y un discurso desconectado de la realidad
El discurso de Abinader dejó más preguntas que respuestas. Mientras el presidente enumeraba logros, las inconsistencias y deficiencias de su gobierno lo desmentían en tiempo real. La desconexión entre los datos oficiales y las experiencias cotidianas de los dominicanos resalta la falta de impacto real de sus políticas.
En lugar de promesas vacías y presentaciones elaboradas, el país necesita liderazgo efectivo y soluciones concretas. Por ahora, lo que queda en el imaginario colectivo es la sensación de otra oportunidad perdida para abordar los verdaderos desafíos que enfrenta la nación.
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