El gobierno dominicano, encabezado por el presidente Luis Abinader, ha caído en una profunda incoherencia al tratar con figuras que, en su momento, le sirvieron de herramienta política y que hoy, por el simple hecho de ejercer la crítica, son desacreditadas, perseguidas y silenciadas.
Durante la campaña del 2020, Ángel Martínez era celebrado como un investigador valiente. Sus videos circulaban sin freno en redes sociales, eran compartidos por dirigentes y simpatizantes, y sus declaraciones eran reproducidas en medios con fines claramente políticos. En ese entonces, al gobierno actual no le preocupaba si era periodista titulado o no, ni si sus acusaciones eran verificadas. Mientras apuntaran hacia el poder de turno, eran útiles.
Hoy, sin embargo, cuando esas mismas denuncias apuntan hacia funcionarios del gobierno de Abinader, el panorama cambia drásticamente. Desde cuentas automatizadas hasta comunicadores pagados, se ha desatado una ofensiva para desacreditarlo, tacharlo de “baboso” y desmontar su imagen. Y como ya se ha visto en el pasado con otros periodistas críticos como Marino Zapete, la represión no se limita a lo simbólico: también se traduce en detenciones.
Esta doble moral es una señal clara de que el gobierno de Abinader no tolera la crítica. No se trata de Ángel Martínez, ni siquiera de las formas en que dice lo que dice, que pudieran ser cierto o no, su declaraciones. Se trata del mensaje. Cuando era funcional, lo aplaudían; cuando resulta incómodo, lo cancelan. Así no se construye democracia.
Yo, en lo personal, no me presto para ese juego. A mí nunca me verán con esa doble cara. El compromiso con la verdad y con la libertad de expresión debe ser constante, no temporal ni condicionado al poder de turno. Criticar no es conspirar. Denunciar no es atacar. El pueblo dominicano tiene derecho a escuchar todas las voces, no solo las que halagan al presidente.
En una democracia madura, los líderes aceptan la crítica y responden con transparencia, no con persecución. Es hora de que el gobierno y el presidente Abinader lo entiendan.
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