Mientras la senadora Faride Raful afirma en medios de comunicación que la delincuencia ha disminuido, en las calles de Santo Domingo Este el miedo crece con cada video de asalto que circula. En menos de una semana, los sectores de Villa Duarte, Los Mameyes y Lucerna han sido escenario de atracos violentos, cometidos por delincuentes que actúan con total impunidad y a plena vista de las cámaras y ciudadanos.
En el colmado “El Cuñao”, en Villa Duarte en Santo Domingo Este, dos hombres armados encañonaron al dependiente y se llevaron todo lo que pudieron. Un día después, los mismos sujetos repitieron la hazaña en Los Mameyes, como si el sistema no existiera.
En Lucerna, otro grupo de desconocidos asaltó a tres personas en la vía pública. Todo esto grabado. Todo esto difundido. Todo esto ignorado.
Las autoridades, por su parte, guardan silencio. No hay detenidos. No hay voceros. Solo hay ciudadanos aterrados que repiten una frase con rabia contenida: “Aquí no se puede vivir”.
Y es que, mientras se presentan estadísticas maquilladas en conferencias con aire acondicionado y seguridad privada en la puerta, en los barrios no hay patrullaje, no hay respuesta rápida y, peor aún, no hay esperanza de justicia. Las cifras bajan, pero los asaltos suben. ¿Qué es lo que está bajando entonces? ¿La confianza en el gobierno? ¿La credibilidad en la Policía? ¿O simplemente están bajando la cabeza para no ver lo que está pasando?
Es hora de que los líderes políticos dejen de gobernar por PowerPoint y salgan a caminar las calles de Santo Domingo Este, que dicen representar. No basta con repetir que «todo está mejorando» cuando el pueblo se encierra antes de las 8:00 p. m. por miedo a ser una víctima más.
La delincuencia no se combate negándola. Se combate con presencia, con acción, con voluntad real de enfrentarla. Porque la realidad no la determina una rueda de prensa, la realidad la vive la gente, y la gente hoy vive con miedo.
¿Hasta cuándo?
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