La trayectoria política de Luis Abinader y su familia ha sido objeto de debate a lo largo de los años, especialmente cuando se analiza su compromiso con los valores y líderes del partido al que representan. Este análisis pone en duda la confiabilidad de su liderazgo, particularmente cuando se evalúan sus decisiones pasadas y recientes en el contexto del Partido Revolucionario Moderno (PRM).
La herencia de José Rafael Abinader
Don José Rafael Abinader, el patriarca de la familia, fue un político influyente que, sin embargo, no siempre mostró lealtad incondicional a las figuras clave del perredeísmo histórico.
En 1996, en un momento decisivo para la política dominicana, la familia Abinader, entonces parte de Alianza Social Dominicana, optó por apoyar a Leonel Fernández, el rival directo de José Francisco Peña Gómez, el líder máximo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD). Este hecho marcó una traición que ha quedado grabada en la memoria de muchos como una acción oportunista y carente de principios.
Leonel Fernández, quien venció a Peña Gómez en esa contienda, reconoció años después la magnitud histórica de ese enfrentamiento, lamentándose incluso de haber sido un obstáculo para un líder que admiraba. Este gesto de humildad contrasta profundamente con la postura de los Abinader, quienes, lejos de rectificar, se beneficiaron políticamente tras la muerte de Peña Gómez, logrando espacios de poder gracias a la ola emocional que generó su partida.
La estrategia política de Luis Abinader
En el presente, el presidente Luis Abinader ha mostrado una habilidad calculadora para consolidar su liderazgo, incluso a costa de sacrificar figuras clave dentro de su propio partido. Su decisión de impulsar a Raquel Peña como su «delfín político», ignorando las aspiraciones legítimas de otros líderes perremeístas como David Collado o Faride Raful, refleja una tendencia a imponer su voluntad por encima del consenso. Esta estrategia es preocupantemente similar a la de Danilo Medina, quien impuso a Gonzalo Castillo como su sucesor, provocando divisiones internas en el PLD que eventualmente lo llevaron a la derrota.
Además, la reciente alianza con Guillermo Moreno, desplazando a figuras tradicionales del PRM, es vista por muchos como una maniobra oportunista que prioriza intereses personales o de grupo sobre la construcción de un partido sólido y unido.
El dilema de David Collado
David Collado, una de las figuras emergentes más populares del PRM, parece haber entendido el juego de poder de Abinader. Su acercamiento al PRD y sus intentos de formar alianzas internas reflejan la desconfianza hacia un liderazgo que, en lugar de fortalecer el partido, parece buscar perpetuar el control de un círculo cercano.
Un liderazgo en entredicho
Luis Abinader enfrenta un dilema crucial: optar por la lealtad y la construcción de un legado político sólido o seguir el camino de la imposición y el oportunismo. Su historial, sin embargo, sugiere que la desconfianza hacia su liderazgo no es infundada.
Las bases del PRM deben reflexionar sobre si el futuro del partido puede depender de un líder cuya historia y acciones actuales han puesto en duda su compromiso con los valores y principios que supuestamente representa.
En política, la confianza es un recurso invaluable, y Abinader, hasta ahora, parece estar gastando el poco crédito que le queda.
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