Si quedaban dudas sobre la verdadera naturaleza de la gestión de Luis Abinader, este último decreto las despeja por completo. Mientras los dirigentes del PRM que sudaron la camiseta en las elecciones siguen esperando su turno, los exmiembros de partidos tradicionales como el PLD y la Fuerza del Pueblo continúan recibiendo cargos en instituciones clave del Estado.
El Decreto No. 103-25 confirma lo que muchos ya sospechaban: Abinader prefiere a los reciclados de la política tradicional antes que a los verdaderos perremeístas. José Antonio Castillo Casado, exsenador de la provincia San José de Ocoa y quien renunció a la Fuerza del Pueblo en las pasadas elecciones, acaba de ser premiado con un asiento en el Consejo de Administración de la Empresa de Generación Hidroeléctrica Dominicana (EGEHID), en sustitución de Henry Osvaldo Sarraff Urbáez.

Este no es un caso aislado. La misma tendencia se repite con otras designaciones recientes:

- Cristian Arcadio Morel Guzmán, exmiembro del PLD, fue nombrado subdirector Ejecutivo de la Autoridad Portuaria Dominicana.
- Lupe Núñez Rosario, otro expeledeísta, quedó designado como miembro del Consejo de Administración de la Empresa de Transmisión Eléctrica Dominicana (ETED).
- Antonio Alfonso Rodríguez Tejada, quien era titular de la EGEHID, fue movido como viceministro de Energía en el Ministerio correspondiente.
La gran pregunta es: ¿dónde están los perremeístas? ¿Dónde están los hombres y mujeres que recorrieron el país en caravanas, que se enfrentaron al PLD y que hicieron posible la llegada de Abinader al poder? La respuesta es clara: siguen esperando en la banca mientras los mismos políticos de siempre ocupan los cargos clave.
Luis Abinader ha demostrado que su guerra no es contra la corrupción ni contra el clientelismo, sino contra su propio partido. En vez de fortalecer al PRM, prefiere llenar el gobierno de expeledeístas, exdirigentes de la Fuerza del Pueblo y figuras que ayer eran sus adversarios políticos.
Esta estrategia, lejos de consolidar su liderazgo, está generando un creciente malestar entre los perremeístas que ven cómo su sacrificio en las calles y en las urnas se traduce en premios para aquellos que ayer mismo formaban parte de los gobiernos que ellos combatieron. ¿Cuánto tiempo más podrán los dirigentes y la base del PRM soportar este desprecio?
Si algo está claro, es que en el gobierno de Luis Abinader, los verdaderos perremeístas son los grandes perdedores.
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