Han transcurrido ya 27 días del mes de enero de 2025, y los tan anunciados cambios en el tren gubernamental del presidente Luis Abinader siguen siendo un fantasma en el horizonte. Por cinco años, se ha mantenido la narrativa de que «los cambios vienen,» pero la realidad es que el inmovilismo y la incapacidad de tomar decisiones contundentes han marcado el ritmo de este gobierno. ¿Hasta cuándo seguirá el Partido Revolucionario Moderno (PRM) siendo cómplice de esta inercia?
El mito de un liderazgo fuerte
Luis Abinader llegó a la presidencia con la promesa de transformar el país, pero su gestión ha demostrado una alarmante falta de liderazgo. No solo ha sido incapaz de llamar a capítulo a los funcionarios que claramente no están cumpliendo con su rol, sino que tampoco ha mostrado la valentía necesaria para sustituirlos. Este es un presidente que parece gobernar bajo la sombra de un miedo paralizante, evitando confrontar a su propio equipo mientras el país enfrenta una serie de retos urgentes.
Un partido sumiso y genuflexo
Lo que resulta aún más preocupante es la actitud de los miembros del PRM, quienes, en lugar de exigir cuentas y actuar como contrapeso, han caído en un vergonzoso estado de sumisión. Es inconcebible que un partido político con una base trabajadora y una cúpula con experiencia política se resigne a seguir las decisiones (o la falta de estas) de un presidente que, en términos de inteligencia política, no está a la altura de los propios miembros de su partido.
La paradoja del poder
El PRM logró llevar a Abinader al poder gracias al esfuerzo incansable de su base y del ala política que supo articular un discurso de cambio. Sin embargo, son precisamente esas bases las que hoy se sienten traicionadas. Mientras los «funcionarios de confianza» disfrutan de las mieles del poder, las bases se quedan mirando desde afuera, olvidadas y relegadas. Esta desconexión entre el gobierno y las estructuras del partido no solo es injusta, sino que también es peligrosa para la estabilidad interna del PRM.
El momento de la rebelión
¿Hasta cuándo seguirá el PRM soportando este estado de cosas? Es hora de que los verdaderos liderazgos dentro del partido se levanten y exijan una transformación real. La base, los dirigentes municipales y provinciales, y los militantes que construyeron la victoria de 2020 deben reclamar lo que les pertenece: un gobierno que responda a sus necesidades y un presidente que respete el esfuerzo que lo llevó al poder.
Luis Abinader no está por encima del partido ni de los principios que este representa. Si el presidente no está dispuesto a cumplir con su responsabilidad, entonces el PRM debe recordar que su fuerza no reside en un individuo, sino en la colectividad que lo respalda. El momento de actuar es ahora, antes de que sea demasiado tarde.
Rebelarse para rescatar el legado del PRM
Este es un llamado a la acción. El PRM debe decidir si quiere ser recordado como un partido que permitió que su liderazgo fuera secuestrado por la inacción de un presidente o como un movimiento que tuvo el coraje de corregir el rumbo. La historia nos ha enseñado que los cambios verdaderos no vienen de la sumisión, sino de la rebelión.
Hoy, más que nunca, el PRM tiene una decisión que tomar: quedarse callado o levantarse y luchar por lo que realmente representa. ¡Es hora de la revolución dentro del PRM!
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