La administración del presidente Luis Abinader se ha caracterizado por un despliegue publicitario sin precedentes en la historia reciente de la República Dominicana. Sin embargo, detrás de esta maquinaria de propaganda masiva yace un gobierno cuya ejecución ha sido insuficiente en términos de transformaciones estructurales que beneficien de manera tangible a la población.
La maquinaria publicitaria: ¿Publicidad o propaganda?
El gobierno de la República Dominicana con el presidente Abinader ha invertido cantidades exorbitantes en publicidad, marcando un hito histórico en términos de gasto mediático. Esto ha dado lugar a una relación simbiótica con ciertos sectores del periodismo que, a cambio de contratos publicitarios, han asumido un rol de defensores acríticos de la gestión gubernamental. Sin embargo, esta defensa adolece de dos problemas fundamentales:
- Carencia de credibilidad: La ciudadanía no es ingenua. La percepción de que estos periodistas están «comprados» es generalizada, lo que desacredita cualquier discurso que emitan.
- Falta de sustancia: Muchas de estas opiniones carecen de argumentos sólidos y se reducen a simples consignas vacías, diseñadas para llenar espacios mediáticos sin aportar análisis crítico o validación de datos.
El endeudamiento histórico y su manejo arrogante
Mientras el gobierno se centra en proyectar una imagen populista y modernizadora, la deuda pública ha alcanzado niveles alarmantes, superando los 57 mil millones de dólares. Este endeudamiento histórico no se traduce en obras de gran impacto o soluciones estructurales a problemas como la educación, la salud y la desigualdad social. En cambio, la gestión de estos recursos está marcada por una actitud de arrogancia que margina la transparencia y la rendición de cuentas.
La falta de impacto de las políticas públicas
Pese al ruido mediático, los resultados tangibles son escasos. La administración se ha enfocado más en la narrativa que en las ejecuciones concretas, dejando al país con un vacío de proyectos de impacto transformador. Esto plantea una pregunta crucial: si el gobierno no está generando cambios significativos, ¿por qué la necesidad de tanta publicidad?
La respuesta parece evidente: la mediatización masiva es un intento por encubrir las deficiencias en la gestión. Es el recurso de un gobierno que, lejos de priorizar el bienestar del pueblo, apuesta por mantener un control narrativo a través del marketing político y el populismo mediático.
El costo del populismo mediático
Esta estrategia tiene un costo social y político. Por un lado, dilapida recursos que podrían ser destinados a proyectos que verdaderamente transformen la vida de las personas. Por otro, erosiona la confianza de la ciudadanía en las instituciones y en los medios de comunicación, debilitando la democracia.
La República Dominicana necesita una administración que priorice las ejecuciones reales sobre la narrativa. El futuro del país no puede seguir hipotecándose en aras de un marketing político vacío y un populismo sin sustancia.
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