Juan Ariel Jiménez, una figura política con un futuro prometedor en la República Dominicana, se encuentra en una encrucijada que podría definir su trayectoria. Recientemente, su asociación pública con Santiago Matías, conocido como Alofoke, ha generado comentarios encontrados. Si bien es cierto que Santiago Matías posee un notable poder mediático y una influencia significativa entre ciertos sectores de la sociedad, también es innegable que su popularidad está mayoritariamente concentrada en un segmento de bajo nivel intelectual y escasa actividad cognitiva.
En palabras de Maquiavelo: “El príncipe debe evitar, en la medida de lo posible, asociarse con aquellos que puedan dañar su reputación”. Esto resuena con la situación de Juan Ariel Jiménez, quien, si bien necesita ampliar su alcance y ganar notoriedad en todos los estratos sociales, debe cuidar celosamente su imagen y evitar ser percibido como un panelista más en plataformas como “Alofoke Radio Show”.
Santiago Matías es una figura de doble filo para cualquier político. Por un lado, su alcance mediático representa una herramienta poderosa para difundir mensajes a grandes audiencias (Público que tampoco entiende mucho). Por otro lado, su perfil no inspira respeto entre los sectores de poder y pensantes de la sociedad, aquellos que generan estrategias de poder y crean tendencias sólidas. Así, la alianza con él, aunque estratégica, debe manejarse con extrema cautela.
Expertos en marketing político, como Phillip Kotler, destacan que “la percepción es la realidad en la mente del votante”. Una colaboración excesivamente cercana podría hacer que Juan Ariel pierda el respaldo de las élites intelectuales y académicas, quienes son fundamentales para cimentar una base de apoyo sólida y creíble. En este sentido, mantener una distancia saludable, sin rechazar la posibilidad de colaboraciones estratégicas, podría ser la clave para equilibrar el alcance masivo y la preservación de una imagen respetable.
De acuerdo con Sun Tzu en El arte de la guerra, “El general sabio es aquel que elige sus batallas con cuidado”. Juan Ariel Jiménez debe aplicar este principio, seleccionando con precisión los espacios públicos donde aparece y los aliados que visibiliza. Esto no significa excluir a Santiago Matías de su estrategia, sino utilizar su plataforma con inteligencia: enfocarse en mensajes claros, que resalten su capacidad técnica y su visión país, mientras evita asociarse demasiado con el tono y las dinámicas que caracterizan ese espacio.
El futuro político de Juan Ariel Jiménez está lleno de posibilidades, pero también de riesgos. Su capacidad para navegar estas aguas turbulentas dependerá de su habilidad para equilibrar la necesidad de popularidad con la preservación de su prestigio.
En este proceso, Santiago Matías puede ser una herramienta útil, siempre y cuando se maneje con inteligencia y estrategia. Como decía el estratega Edward Bernays: “La clave del éxito en las relaciones públicas no es solo hacer que la gente hable de ti, sino asegurarte de que digan lo correcto”.
Aclarando:
Entiendo la importancia de abordar este tema con respeto, y quiero aclarar que esta publicación no tiene la intención de atacar a Santiago Matías ni a su plataforma, ni mucho menos generar controversia. Mi objetivo es exponer una reflexión crítica y estratégica sobre ciertas realidades que, aunque puedan resultar incómodas para algunos, son necesarias para fomentar un análisis profundo y constructivo.
Las opiniones son libres, y aunque respeto la postura de Santiago Matías y sus seguidores, no me preocupa que puedan diferir de la mía. Este ejercicio busca simplemente aportar a la discusión con una visión cognitiva y estratégica, con el fin de que todo se desarrolle de manera correcta y equilibrada.
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