La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha operado durante décadas como una herramienta de intervención encubierta, financiando medios de comunicación, organizaciones civiles y estructuras políticas que favorecen los intereses de Washington en América Latina. En República Dominicana, su rol ha sido fundamental en la manipulación de narrativas, el control de sectores estratégicos y la injerencia directa en asuntos de soberanía nacional.
Además del financiamiento millonario que han recibido de USAID y otras entidades extranjeras, Participación Ciudadana y organizaciones similares han utilizado estos fondos para crear redes de influencia mediática. Periodistas, supuestos «analistas independientes» y medios de comunicación han sido comprados para repetir narrativas diseñadas no para informar, sino para manipular la opinión pública y ejercer presión sobre los gobiernos. Estas estructuras de propaganda disfrazadas de «periodismo objetivo» han servido como herramientas de chantaje político, atacando ferozmente a unos gobiernos mientras protegen a otros según convenga a sus patrocinadores. De esta manera, la sociedad civil se ha convertido en un arma de guerra ideológica, donde la verdad y la ética periodística han sido sacrificadas en favor de intereses extranjeros y ambiciones personales.
La pantalla del «desarrollo»
Bajo la excusa de fomentar la democracia y el desarrollo, la USAID ha dirigido recursos millonarios a ONG que trabajan, directa o indirectamente, en la desestabilización de gobiernos que no se alinean completamente con la agenda estadounidense. No se trata de una simple teoría de conspiración: documentos desclasificados y análisis de financiamiento han revelado cómo esta agencia ha sido clave en el financiamiento de medios de comunicación y grupos de presión que operan en República Dominicana.

En República Dominicana, la USAID no solo ha canalizado fondos hacia supuestas iniciativas de transparencia y anticorrupción, sino que también ha apoyado de manera directa a sectores de la oposición en momentos clave de la política nacional. Su modus operandi es claro: financiamiento encubierto a través de ONG, alineadas con grupos empresariales y políticos que responden a los intereses de Washington.
El control mediático y la manipulación de la opinión pública
Los medios de comunicación financiados por la USAID han jugado un papel determinante en la construcción de narrativas convenientes para EE.UU. En República Dominicana, algunas plataformas han recibido financiamiento directo o indirecto para promover agendas que responden a una línea ideológica clara. Desde la demonización de figuras políticas hasta la construcción de escándalos estratégicamente diseñados para debilitar a determinados gobiernos, el guion se repite con precisión quirúrgica.
El papel de la prensa en la gestación de golpes de Estado en América Latina ha sido documentado en múltiples ocasiones. En Chile, Venezuela, Bolivia y Brasil, la combinación de guerra mediática y financiamiento extranjero ha sido una constante. En República Dominicana, aunque la política ha mantenido una relativa estabilidad en comparación con otros países de la región, no significa que los tentáculos de la USAID no operen de la misma manera.
Los nexos con el sector empresarial y la manipulación de la sociedad civil
El financiamiento de la USAID no se limita a los medios de comunicación. Organizaciones empresariales y grupos de la sociedad civil han servido de canal para la inyección de recursos con objetivos específicos. En muchos casos, estos fondos son utilizados para promover reformas que, en teoría, favorecen la transparencia y el fortalecimiento institucional, pero que, en la práctica, responden a intereses económicos alineados con Washington.
Uno de los ejemplos más claros ha sido la influencia de EE.UU. en la política energética de República Dominicana. Desde la privatización de sectores estratégicos hasta la imposición de acuerdos comerciales, la USAID ha servido como un engranaje para garantizar que las decisiones nacionales se tomen bajo la supervisión de sus financiadores. La pregunta es: ¿Cuántas de estas «reformas» han sido realmente en beneficio del país y no de intereses externos?
¿Qué sigue para República Dominicana?
Con la administración de Donald Trump regresando al poder y Marco Rubio al mando interino de la USAID, es previsible que la estrategia de injerencia en la región se intensifique. El senador republicano ha sido un abierto defensor de políticas agresivas contra gobiernos que no siguen la línea de Washington, y República Dominicana no está exenta de quedar en la mira.
El cierre de la USAID, anunciado por Elon Musk y otros sectores de la política estadounidense, podría marcar un punto de inflexión. Pero hasta que eso ocurra, el país debe cuestionarse qué rol ha jugado esta agencia en su historia reciente y hasta qué punto su influencia ha sido determinante en la dirección política y económica de la nación. La verdadera independencia de un país no solo se mide por sus decisiones soberanas, sino por su capacidad de resistir la manipulación externa.
El debate está abierto: ¿Hasta cuándo seguirá República Dominicana permitiendo que agentes extranjeros dicten su destino?
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