En marzo de 2024, una investigación realizada por la División de Servicios de Inteligencia AURIX reveló una alarmante realidad en la frontera de Dajabón-Juana Méndez. El 11 de marzo, a las 5:00 p.m., como parte de una estrategia sistemática, militares y personal de migración simulaban el cierre de las puertas fronterizas, tomando fotos y videos que aparentaban control en la zona. Sin embargo, apenas se realizaban estos registros mediáticos, las mismas autoridades autorizaban la reapertura del flujo peatonal y vehicular, demostrando que todo era un montaje. Mientras el presidente Luis Abinader se mantiene inmóvil, permitiendo que esta farsa continúe, la República Dominicana enfrenta una invasión silenciosa. Lejos de actuar para proteger la soberanía del país, el mandatario ha optado por el espectáculo mediático, dejando a la población vulnerable y exponiendo su irresponsabilidad en la seguridad fronteriza.
Este «falso cierre» de la frontera no solo es un acto que viola la seguridad nacional, sino que expone la desidia del presidente Luis Abinader. Aunque las pruebas han sido documentadas y la información ha llegado hasta el Palacio Nacional, Abinader no ha tomado medidas para rectificar esta situación.
No ha destituido a los responsables, ni ha cambiado el personal militar encargado de la seguridad fronteriza. Esto deja claro que, pese a los informes y advertencias, el presidente prefiere mantenerse inerte.
Abinader ha demostrado ser el presidente más irresponsable en cuanto a la seguridad fronteriza en la historia reciente de la República Dominicana. En lugar de actuar con firmeza para proteger la soberanía nacional, se ha limitado a una estrategia de apariencias. Su enfoque en la frontera ha sido un constante espectáculo mediático, en el que busca proyectar una imagen de control y firmeza, pero, en la práctica, no hay resultados que respalden sus acciones. Los informes de inteligencia, como el de AURIX, evidencian que no solo es consciente de lo que sucede en Dajabón, sino que, de manera deliberada, elige no actuar.
Este patrón de simulación refleja un problema mayor: la invasión silenciosa a la que está siendo sometida la República Dominicana. La frontera, en lugar de ser una línea de defensa soberana, se ha convertido en un coladero por el que pasan miles de haitianos, amparados por la ineficacia y, quizás, la complicidad de las autoridades dominicanas.
Las promesas de Luis Abinader sobre el control migratorio se han quedado en el aire, y la población dominicana, especialmente la que reside en las zonas fronterizas, es la que sufre las consecuencias de este desgobierno.
El desinterés de Abinader por corregir esta situación es indignante. No solo demuestra una falta de compromiso con la protección de la nación, sino que también perpetúa un ciclo de corrupción e impunidad dentro de las instituciones responsables de la seguridad fronteriza. Ante esta realidad, es fundamental que se exija una rendición de cuentas inmediata, y que se tomen medidas drásticas para detener esta invasión velada que amenaza la integridad de la República Dominicana.
Es hora de que el pueblo dominicano exija resultados, no promesas vacías ni espectáculos mediáticos.
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