En los últimos días, ha circulado en medios tradicionales y digitales la versión de que el exministro de Obras Públicas, Deligne Ascención, habría renunciado de manera abrupta tras recibir una supuesta llamada desde el Palacio Nacional informándole que sería sustituido. Algunos afirman que su reemplazo sería Eduardo Estrella, exsenador de Santiago. Sin embargo, en Hackeando el Sistema, ponemos en duda esta versión, no solo por la falta de verificación rigurosa, sino también por el trasfondo político que envuelve el hecho.
Filtraciones y maniobras políticas
Lo que es cierto es que la información fue filtrada rápidamente por empleados del Ministerio de Obras Públicas, donde aún predomina una estructura de funcionarios vinculados al PLD. Estos sectores habrían aprovechado la salida de Deligne Ascención para alimentar la narrativa de un gobierno que se desmorona, algo que los medios de comunicación recogieron con premura y sin el debido proceso de verificación.
Aquí es donde surge una pregunta clave: ¿realmente fue una renuncia enojada o se trató de una estrategia interna del Gobierno? Desde nuestro análisis, hay elementos que indican que más que una decisión espontánea, podría tratarse de un movimiento premeditado para reposicionar la gestión de Obras Públicas en un contexto donde la opinión pública está cada vez más cansada de los funcionarios actuales.
El alto rechazo de Deligne Ascención
Uno de los factores que favoreció la rápida propagación de esta noticia es el nivel de impopularidad del exministro. Deligne Ascención ha sido uno de los funcionarios con la tasa de rechazo más alta dentro del Gobierno, caracterizado por una gestión percibida como ineficiente y por una actitud que muchos catalogan de arrogante.
Su salida, lejos de ser sorpresiva, era algo que se veía venir. La administración de Luis Abinader ha estado enfrentando una creciente insatisfacción ciudadana, y en un año preelectoral donde el desgaste del Gobierno es evidente, el reajuste en ministerios clave no es un hecho aislado.
Una crisis que el Gobierno no maneja bien
Más allá de la renuncia o destitución de un funcionario, este episodio pone en evidencia un problema mayor: el Gobierno está lidiando con un rechazo generalizado hacia sus principales figuras, y cualquier cambio en el gabinete es interpretado como un síntoma de debilidad. La falta de estrategia comunicacional hace que cada movimiento sea terreno fértil para especulaciones, como en este caso.
La pregunta que queda en el aire es si la salida de Deligne Ascención logrará mejorar la imagen de Obras Públicas o si simplemente será otro cambio cosmético en una administración que, según la percepción popular, sigue acumulando errores sin lograr reconectar con la ciudadanía.
Por ahora, lo único claro es que la crisis de credibilidad del Gobierno se profundiza, y cada acción—intencionada o no—se convierte en un bumerán mediático difícil de controlar.
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