La política es un juego de percepciones y estrategias, y en la República Dominicana el oficialismo y la oposición parecen estar atrapados en un ciclo de errores estructurales. Por un lado, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) enfrenta el desgaste natural del poder, agudizado por la sobreexposición mediática del presidente Luis Abinader y una comunicación gubernamental errática. Por otro lado, la oposición, dividida y sin un proyecto político renovado, se encuentra desarmada ante la posibilidad de capitalizar el descontento ciudadano.
La sobreexposición de Abinader: un arma de doble filo, pero para el PRM.
El presidente Abinader ha convertido la rueda de prensa «La Semanal» en un ejercicio constante de justificación y respuesta a críticas, pero este tipo de comunicación no está funcionando a su favor. Como advertía Maquiavelo en El Príncipe: «Cuando se abre demasiado el juego, se pierde el misterio y con él el respeto«. Abinader, al estar en la palestra cada semana, se ha expuesto innecesariamente a contradicciones y datos imprecisos que los medios de comunicación independientes y las redes sociales no tardan en desmontar.
El politólogo estadounidense George Lakoff ha demostrado en sus estudios sobre comunicación política que el discurso reiterativo sin sustancia puede generar fatiga informativa y, peor aún, desconfianza en el electorado. Esto es exactamente lo que está sucediendo con Abinader: su constante exposición sin contenido sólido ha desgastado su imagen y debilitado su credibilidad.
Para el PRM, la solución es clara: los principales «presidenciables» del partido deben exigir con urgencia que se frene esta estrategia fallida. Es imperativo detener «La Semanal«, reducir la presencia mediática del presidente y reformular la vocería gubernamental. En lugar de entrar en constantes disputas políticas, la comunicación del gobierno debe enfocarse en promover gestión, logros tangibles y propuestas concretas.
La lucha interna por la candidatura del PRM
Los nombres que suenan como posibles sucesores de Abinader dentro del PRM son diversos y reflejan diferentes niveles de estructura y capacidad política:
- Wellington Arnaud: Ha demostrado tener mayor estructura organizativa que los demás.
- David Collado: Su fortaleza radica en su imagen mediática y el respaldo económico, pero carece de estructura partidaria fuerte.
- Carolina Mejía: Hereda una estructura media gracias a su padre, Hipólito Mejía.
- Yayo Sanz Lovaton: No ha ganado un cargo electivo, lo que lo debilita, aunque tiene una estrutura media.
- Guido Gómez Mazara: Cuenta con un gran apoyo en las bases, aunque su intención de competir es incierta.
- Raquel Peña: Respaldo económico desde el Cibao, pero sin estructura ni trayectoria política.
- Tony Peña Guaba: Sin impacto ni estructura real.
- Roberto Fulcar: Su imagen está lastrada por denuncias de corrupción (supuestamente la imagen la daño Raquel Peña), aunque conoce a fondo la maquinaria partidaria.
El PRM tiene una ventaja: a pesar de la crisis de percepción, la oposición sigue desorganizada y sin alternativas renovadoras. Si el gobierno rectifica su estrategia comunicacional y logra proyectar estabilidad, podría retener el poder con cualquiera de sus candidatos.
La oposición: dividida y sin renovación
Si la sobreexposición es el mayor error del PRM, la falta de renovación es el principal lastre de la oposición. El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y la Fuerza del Pueblo (FP) han fracasado en presentar nuevas figuras y discursos frescos que conecten con el electorado.
El politólogo Giovanni Sartori advertía que «los partidos que no evolucionan, perecen«. La oposición dominicana se ha encerrado en las mismas caras y estructuras de siempre, y el electorado lo sabe. La clave para su supervivencia estaría en unificarse y lanzar un binomio que genere interés. Una posible fórmula podría ser Juan Ariel Jiménez (PLD) como candidato presidencial y Omar Fernández (FP) como vicepresidente. Esta combinación representaría juventud, renovación y transversalidad partidaria, factores esenciales para disputarle el poder al PRM.
Sin embargo, la oposición está atada a los liderazgos tradicionales de Danilo Medina y Leonel Fernández, quienes no parecen dispuestos a ceder espacio. Esta miopía estratégica les está costando caro: los ciudadanos, hastiados de la política tradicional, están esperando nuevas opciones, pero el PLD y la FP siguen ofreciendo más de lo mismo.
El PRM está a tiempo de corregir el rumbo, pero debe actuar con rapidez. La sobreexposición de Abinader está erosionando su imagen y su credibilidad, y la estrategia comunicacional del gobierno necesita un giro radical. Por su parte, la oposición tiene un problema más grave: no se ha renovado y ya es tarde para hacerlo antes de las próximas elecciones.
Si el PRM maneja bien su sucesión interna y la oposición sigue en su letargo, el oficialismo podría retener el poder, a pesar de los errores actuales. Como decía Winston Churchill: «La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra solo se muere una vez«. La oposición dominicana parece no entenderlo y, de seguir así, enfrentará su propio entierro político.
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