Desde el inicio de su mandato, el presidente Luis Abinader ha demostrado una tendencia a mantener en posiciones clave a funcionarios cuya gestión ha sido objeto de constantes críticas, tanto por su ineficacia como por el impacto negativo en la imagen de su gobierno. Este fenómeno parece responder más a un deseo de reafirmar su control sobre el Partido Revolucionario Moderno (PRM) que a un interés genuino por el bienestar del país. A continuación, se analiza cómo este patrón de decisiones no solo socava la credibilidad de su administración, sino que pone en entredicho su capacidad de liderazgo.
Los Funcionarios Más Cuestionados del Gobierno de Luis Abinader
- Pavel Isa Contreras: El eterno crítico interno
Como titular del Ministerio de Economía, Isa ha sido una figura controversial desde su nombramiento. Sus declaraciones en foros internacionales, a menudo percibidas como una crítica indirecta al país que representa, han sido utilizadas por adversarios de la República Dominicana para desacreditar su gestión en temas como la migración y la economía. Su permanencia en el gabinete refleja una desconexión entre la agenda presidencial y las prioridades nacionales. - Bartolomé Pujals: El derroche institucionalizado
Pujals, a cargo de la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental, ha enfrentado críticas por su incapacidad para implementar políticas efectivas de transparencia y su aparente desconexión con las demandas de rigor administrativo. Su gestión ha sido tachada de improvisada y costosa, lo que genera dudas sobre su verdadero compromiso con el buen uso de los recursos públicos. - Gloria Reyes: Errores que se acumulan
Desde el Gabinete de Coordinación de Políticas Sociales, Reyes ha enfrentado múltiples cuestionamientos por irregularidades en la ejecución de programas sociales. La falta de controles adecuados y una comunicación deficiente han erosionado la confianza en su gestión, debilitando la percepción de responsabilidad social del gobierno. - Tony Peña Guaba: La política del despilfarro
Como coordinador del programa “Progresando con Solidaridad” (Prosoli), Peña Guaba se ha convertido en el rostro de una política asistencialista que prioriza la entrega masiva de recursos sobre la sostenibilidad y el rigor. Su falta de planificación y controles ha sido ampliamente criticada, dejando la impresión de que la administración prefiere el impacto mediático a los resultados concretos. - Roberto Álvarez: El peor canciller en la historia reciente
La política exterior bajo Álvarez ha sido descrita como errática y desarticulada. Su incapacidad para manejar la crisis diplomática con Haití, junto con su limitada presencia en foros internacionales estratégicos, lo han convertido en una de las figuras más cuestionadas del gabinete. Su gestión es vista como un reflejo de la falta de visión del gobierno en el ámbito internacional.
Un Patrón de Impunidad y Falta de Liderazgo
La presencia de estos y otros funcionarios impopulares en el gabinete de Abinader evidencia una ausencia preocupante de responsabilidad ejecutiva. Más allá de su desempeño individual, la falta de decisiones firmes para destituir a figuras ineficaces sugiere que el presidente prioriza el envío de un mensaje interno de poder sobre las necesidades del país.
Este fenómeno no solo afecta la percepción pública de su gobierno, sino que también debilita la confianza en las instituciones. Cada error no corregido amplifica el desencanto de una población que esperaba un cambio real en la forma de gobernar.
El Costo Político de la Terquedad Presidencial
La persistencia de Luis Abinader en mantener a estos funcionarios impopulares le está pasando factura en términos de aprobación y credibilidad. Su discurso de «cambio» pierde peso frente a la realidad de un gobierno que parece más preocupado por proteger sus intereses internos que por responder a las demandas de la ciudadanía.
El presidente tiene aún tiempo para rectificar, pero hacerlo requiere un giro radical en su liderazgo: tomar decisiones basadas en méritos y resultados, y no en lealtades políticas. De lo contrario, su legado podría reducirse a un mandato marcado por la impopularidad de sus colaboradores y una gestión que desperdició una oportunidad histórica para transformar el país.
¿Será Abinader capaz de romper con este patrón, o seguirá siendo rehén de su propio ego político? La historia, y los ciudadanos, serán los jueces finales.
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