Las nuevas instalaciones de Pasaportes Dominicano prometen modernidad, pero lo que realmente recibirán los ciudadanos es un panorama caótico: la ausencia de parqueos obligará a depender de parqueadores informales que proliferan en cada rincón, mientras que el comercio improvisado de vendedores de spaguettis y otros alimentos tomará el protagonismo en los alrededores. En lugar de orden y eficiencia, los usuarios se encontrarán con el desorden habitual que caracteriza a los proyectos p\u00fablicos mal planificados en el Polígono Central.
No nos dejemos engañar con promesas vacías y maquetas de proyectos que parecen salidos de un país del primer mundo. Lo que la realidad dominicana nos ha enseñado es que los grandes anuncios gubernamentales rara vez contemplan las necesidades básicas de quienes utilizarán esos servicios.
El tan esperado nuevo edificio de Pasaportes Dominicano ya está generando críticas incluso antes de abrir sus puertas, y con razón. Al igual que sucede en otras instituciones públicas del Polígono Central, los usuarios podrán esperar las siguientes «sorpresas»:
- Vendedores ambulantes de covers para pasaportes: porque parece que ningún proyecto público puede escapar al comercio informal desorganizado.
- Puestos de empanadas y spaguettis: en lugar de servicios gastronómicos decentes o restaurantes cercanos, la improvisación siempre predomina.
- Fotógrafos itinerantes: como si la tecnología y la digitalización no existieran, seguirá habiendo «soluciones rápidas» al lado de la acera.
- Servicios de fotocopiadora: porque parece que no podemos librarnos del papeleo excesivo y arcaico.
¿Y el problema más evidente? La falta de parqueos suficientes. En un Polígono Central ya congestionado, con un tránsito caótico y una escasez crónica de espacios para estacionar, este nuevo edificio viene a agravar la situación.
Una historia que se repite
Si miramos hacia atrás, este patrón de desorganización y falta de previsión no es nuevo:
- Tribunal Constitucional: cuando se inauguró, no había parqueos suficientes para los empleados ni mucho menos para los visitantes. Esto obligó a los usuarios a pagar altos costos en parqueos privados cercanos o estacionarse en las calles, lo que incrementó los conflictos con las autoridades de tránsito.
- Plaza de la Cultura: pese a la reciente remodelación, los accesos vehiculares y la falta de parqueos continúan siendo un problema para quienes desean visitar el área.
- Hospital Padre Billini: su reapertura se celebró como un gran logro, pero la experiencia de los pacientes y visitantes muestra una realidad distinta: estacionarse cerca del hospital es casi imposible.
¿Por qué es preocupante?
La planificación urbana y el diseño de infraestructura en Santo Domingo parecen ser reactivos en lugar de preventivos. Se construyen obras sin prever la experiencia de los usuarios ni los impactos secundarios que tendrán en su entorno.
En el caso de Pasaportes Dominicano, los ciudadanos que ya deben lidiar con largas filas y trámites burocráticos ahora también enfrentarán:
- Retrasos adicionales por la falta de estacionamiento.
- Aumento del costo por la necesidad de usar parqueos privados.
- Mayor riesgo de accidentes por estacionarse en lugares improvisados.
- Incremento en la presencia de «parqueadores informales» que operan sin regulación.
Un llamado a la acción
Es momento de exigir soluciones reales. Los dominicanos no necesitamos más edificios bonitos que sólo funcionen bien en renderizados 3D. Necesitamos proyectos integrales que consideren las verdaderas necesidades del pueblo: acceso fácil, eficiencia y comodidad.
¿Será mucho pedir que una institución clave como Pasaportes sea un ejemplo de organización en lugar de un reflejo de nuestra incapacidad para planificar?
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