Por años, los dominicanos sufrimos bajo la carga de un Estado endeudado hasta el cuello. Pero cuando pensamos que habíamos tocado fondo con Danilo Medina (PLD) y su récord de endeudamiento, llegó Luis Abinader (PRM) y nos mostró un agujero aún más profundo. La promesa de cambio, de transparencia y de responsabilidad fiscal se desmoronó al enfrentarnos a un hecho brutal: bajo Abinader, la deuda pública se disparó como nunca antes, dejando una marca histórica y sombría en las finanzas de la República Dominicana.
Un Endeudamiento que No Tiene Precedente
Veamos los números crudos y sin maquillaje. Danilo Medina, en ocho años, elevó la deuda pública desde 19,463 millones de dólares hasta 44,622 millones. Esto significó un promedio de endeudamiento de alrededor de 3,144 millones de dólares anuales, cifra que en su momento provocó indignación. Hoy, esa cifra palidece en comparación con lo que Abinader ha logrado: en tan solo cuatro años, la deuda pasó de esos 44 mil millones hasta la asombrosa cifra de 74,679 millones de dólares. Esto representa un promedio de 7,500 millones de dólares en préstamos al año. ¿El resultado? Un país más endeudado, con un récord histórico que nadie hubiese imaginado alcanzar tan rápido.
¿Dónde Está la Transparencia?
Abinader del PRM se presentó como el candidato de la transparencia, el que vendría a limpiar las prácticas oscuras y a poner el interés de los ciudadanos en primer lugar. Sin embargo, la realidad se ha encargado de desnudar su administración.
Cada préstamo se justificó en nombre del “desarrollo” y la “recuperación económica” tras la pandemia, pero ¿dónde están los resultados? La transparencia y la austeridad fueron palabras bonitas que llenaron titulares, mientras los dominicanos siguen sin ver mejoras significativas en servicios públicos esenciales, ni en la calidad de vida que tanto se prometió.
Lo peor de todo es que su propio equipo criticaba esta estrategia en el pasado. Desde la oposición, Abinader y sus seguidores lanzaban ataques contra Medina, tachándolo de irresponsable y ambicioso por el incremento de la deuda. Hoy, han hecho lo mismo, pero con números aún más abrumadores.
Más Deuda, Pero No Más Desarrollo
Endeudarse no es necesariamente malo si se traduce en una economía fuerte, infraestructura mejorada y un mejor nivel de vida para la población. Sin embargo, nada de esto ha sido evidente en la gestión de Abinader. Los hospitales siguen colapsados, la educación sigue enfrentando graves problemas de calidad, y el empleo sigue siendo insuficiente para una juventud dominicana que cada vez mira más hacia el extranjero en busca de oportunidades. La deuda, entonces, se convierte en un monstruo sin propósito: un número que asfixia pero no devuelve nada a cambio.
Mientras tanto, cada préstamo que se firma hoy se traduce en sacrificios futuros, en más impuestos y recortes para un país que ya carga con una economía golpeada. Se está hipotecando el bienestar de las próximas generaciones en nombre de un “desarrollo” que no se ve, que no llega, y que se queda en el papel.
Un Gobierno Que Prometió Cambio y Dio Más de lo Mismo
La ironía es cruel: Abinader se vendió como el hombre que vendría a sacarnos de las prácticas fallidas del pasado. Sin embargo, en sus cuatro años, se ha convertido en un reflejo, incluso peor, de los gobiernos anteriores. Prometió romper con el ciclo de endeudamiento irresponsable, pero su administración no solo lo continuó, sino que lo aceleró hasta alcanzar una velocidad sin precedentes.
¿Dónde está el “cambio”? Los ciudadanos ya no ven una diferencia entre el gobierno de Abinader y aquellos que él mismo criticó. La política dominicana vuelve a su círculo vicioso, pero esta vez a un ritmo más peligroso y costoso.
¿Qué Nos Espera?
Luis Abinader y el PRM dejan una marca indeleble en la historia económica del país, y no es una de la que podamos sentirnos orgullosos. En lugar de establecer un rumbo claro hacia la prosperidad, ha dejado a la República Dominicana en la cuerda floja de una deuda descomunal, y sin un plan claro para manejarla o para revertirla.
Los ciudadanos tienen derecho a sentirse traicionados. La “nueva política” que prometió Abinader resultó ser un espejismo. En realidad, no fue más que un disfraz de las mismas viejas prácticas, pero esta vez, con números más agresivos y resultados igualmente decepcionantes.
Cuando el pueblo dominicano vea las consecuencias de este endeudamiento extremo reflejado en sus vidas, no habrá promesa de “transparencia” que valga. La carga de una deuda récord nos afectará a todos, y los sacrificios necesarios para pagarla serán inevitables. Luis Abinader no fue el cambio que necesitábamos; fue una continuación exacerbada de lo peor de nuestro pasado económico.
Ninguna cantidad de dinero es suficiente para quien no sabe qué hacer con él.
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Abinader PRM