En el sistema «home,» los candidatos de partidos minoritarios enfrentan desafíos insuperables. Aunque estos partidos dominicanos son conscientes de la situación, la necesidad de presentar candidatos los obliga a callar. Sin alianzas con partidos más grandes y presencia en sus boletas, los candidatos de partidos pequeños, generalmente carentes de recursos y estructuras, luchan por competir con las marcas y estructuras de los grandes.
Aspirar a un cargo electivo por un partido pequeño dominicanos, a menos que seas Abinader, Abel o Leonel, parece una pérdida de tiempo. La experiencia obtenida puede ser valiosa, pero la obtención real de un cargo parece inalcanzable.
Entra en juego el método D’Hondt, utilizado para asignar escaños en sistemas de representación proporcional. Creado por Victor d’Hondt en 1878, utiliza divisores sucesivos para asignar escaños según los votos recibidos por cada partido.
Aunque busca la proporcionalidad, el método D’Hondt presenta desafíos. Favorece ligeramente a los grandes partidos, resultando en una representación desequilibrada. Esta inclinación puede verse como un obstáculo para la diversidad política y la inclusión de voces de partidos más pequeños.
En el intento de lograr la conversión proporcional de votos en escaños, el método D’Hondt, aunque relativamente justo, no escapa de críticas. Su tendencia a favorecer a los grandes partidos y la imposibilidad de asignar un número decimal de escaños subrayan las limitaciones de los sistemas de representación proporcional.
El sistema «home» y el método D’Hondt presentan desafíos significativos para la equidad y la representación genuina en el proceso electoral, destacando la necesidad de revisar y mejorar los sistemas para garantizar una participación más justa y equitativa de todos los partidos.
El método D’Hondt, utilizado en República Dominicana, parece favorecer a los partidos grandes, independientemente de su popularidad de los candidatos o financiamiento o trabajo político. Esto contribuye a mantener el control político en manos de los partidos dominantes.
Además, los partidos pequeños dominicanos, más simbólicos que influyentes, suelen actuar como apéndices de los partidos de gobierno, careciendo de impacto real en el proceso político.
Este ciclo se repite, con los partidos pequeños desapareciendo después de las elecciones y resurgiendo solo durante las campañas electorales, perpetuando la hegemonía de los partidos grandes en la política dominicana.
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