Carolina Mejía, Omar Fernández y David Collado son tres figuras que han logrado gran visibilidad y popularidad en la política dominicana, pero esta fama no ha sido respaldada por una claridad en sus posturas sobre los temas fundamentales que enfrenta el país. A pesar de sus amplias apariciones mediáticas y el apoyo de estructuras de marketing, lo cierto es que el pueblo dominicano aún no conoce cuáles son sus verdaderos planes para enfrentar los problemas más urgentes de la nación. Su popularidad, en muchos casos fabricada por una máquina de promoción, no se traduce en propuestas políticas concretas que aborden las necesidades de la población. Sin un discurso claro y una visión definida para el futuro del país, la falta de compromiso con los temas esenciales deja en duda si realmente están preparados para liderar la nación.
En la República Dominicana, la política y la popularidad parecen tener caminos cada vez más entrelazados, aunque no siempre de la manera más transparente o sincera. Recientemente, se ha hablado mucho de figuras públicas que, a través de su presencia en redes sociales, parecen tener un poder electoral creciente. Sin embargo, es fundamental analizar cómo esta popularidad se ha «fabricado» mediante grandes inversiones de dinero, tiempo y esfuerzos de marketing, más que a través de un genuino interés por los problemas que afectan a la sociedad dominicana.
Tomemos como ejemplo a figuras como Carolina Mejía, Omar Fernández y David Collado, quienes, a pesar de contar con una fuerte presencia mediática, no han logrado ofrecer propuestas claras o relevantes que conecten con la realidad del pueblo dominicano.
Carolina Mejía: Una Secretaria Decorativa del PRM
Carolina Mejía es una figura que, a pesar de su alto perfil político, se ha mantenido distante de las verdaderas necesidades políticas del país. Aunque ostenta el cargo de secretaria general del Partido Revolucionario Moderno (PRM), su presencia en el ámbito político ha sido más decorativa que operativa. No es conocida por defender a los dirigentes del partido ni por involucrarse en los asuntos que verdaderamente afectan a los sectores más vulnerables de la población. Su papel en la política parece estar más relacionado con su imagen mediática que con un liderazgo de acción. Esto, lejos de sumar, resta credibilidad a su figura como posible líder del país.
Omar Fernández: El Apoyo de la Maquinaria Mediática y la Víctima del Gobierno
El hijo del expresidente Leónel Fernández, Omar Fernández, ha captado la atención de muchos, en parte por la resonante visibilidad que ha recibido en los medios, especialmente por los ataques del actual gobierno de Luis Abinader en su contra. Si bien es cierto que este trato por parte del gobierno podría haberle servido para construir una imagen de víctima, también es evidente que aún no ha presentado un plan concreto para el futuro de la nación. Si bien hay quienes lo consideran como una opción renovadora, la verdad es que las propuestas políticas de Omar siguen siendo ambiguas y carecen de la profundidad necesaria para generar confianza en un electorado que ansía un cambio real.
David Collado: El Hombre de los Intereses Empresariales
David Collado es otro ejemplo de popularidad fabricada a través del marketing. Como actual ministro de Turismo, Collado ha mantenido una relación cercana con un sector empresarial que parece ser el verdadero motor detrás de su imagen pública. Sin embargo, al igual que los otros dos mencionados, no ha ofrecido una propuesta política clara para el país. Su perfil de «hombre de negocios» lo coloca en la misma categoría que Luis Abinader, otro político que representa los intereses de un grupo empresarial. Este tipo de liderazgo es percibido por muchos como desconectado de las necesidades de la mayoría de la población, lo que hace que el pueblo no confíe plenamente en un candidato con tales características, especialmente en el futuro inmediato.
El Problema del Desconocimiento y la Desconexión
En general, los dominicanos hemos sido testigos de un fenómeno curioso en el que figuras populares en el ámbito mediático, como Johnny Ventura o Fernando Villalona, han intentado dar el salto a la política, solo para fracasar en el intento. En un contexto sin redes sociales, su popularidad no fue suficiente para ganarse el voto, un detalle importante que no debe ser ignorado.
Hoy en día, aunque algunos influyentes con millones de seguidores en redes sociales pueden generar un gran interés y admiración, la realidad es que eso no se traduce necesariamente en votos. Este fenómeno ha quedado evidenciado en situaciones como la de una influencer con 2.5 millones de seguidores que no logró vender 36 camisetas, o el caso de otro influencer que convocó una marcha con medio millón de seguidores y solo asistieron 12 personas. En el caso de la política, lo que importa no es la popularidad momentánea ni la viralidad de las publicaciones, sino la capacidad de ofrecer propuestas claras y acciones concretas que aborden los problemas reales de la sociedad.
La Falta de Propuestas: El Drama de la Renovación del Liderazgo
El verdadero drama de la política dominicana es la falta de un discurso con contenido político que aborde los temas fundamentales del país. Si bien las redes sociales han jugado un papel importante en el éxito de figuras como Donald Trump o Nayib Bukele, estos líderes han logrado construir un discurso coherente que resuena con una parte de la población. En cambio, las figuras dominicanas por ejemplo: Carolina Mejía, Omar Fernández y David Collado que hoy tienen un espacio mediático no parecen ofrecer más que entretenimiento o popularidad superficial.
Es importante que los partidos políticos y los líderes emergentes comprendan que el electorado busca algo más que caras conocidas y personajes mediáticos. La gente necesita propuestas concretas, que incluyan políticas públicas claras, planes económicos sólidos y soluciones reales a los problemas que enfrenta el país. Mientras eso no suceda, cualquier intento de convertir la popularidad fabricada en votos seguirá siendo una ilusión.
La Conexión Entre Política y Marketing
Es cierto que los grandes esfuerzos de marketing pueden crear una imagen pública atractiva, pero eso no debe confundirse con una capacidad real de liderazgo. En la actualidad, la política dominicana se encuentra en una encrucijada donde la desconexión entre los partidos y la población es cada vez más evidente. La alta tasa de abstención en las elecciones es un reflejo de este desencanto. La gente no se siente representada por los políticos actuales ni por aquellos que solo buscan la fama sin ofrecer propuestas significativas. Por eso, el desafío para los líderes políticos del futuro será mucho mayor: no solo tendrán que luchar contra la desconfianza generalizada, sino también contra la tendencia a ver la política como un simple juego de imagen.
En conclusión, el futuro de la política dominicana no está en las manos de los influencers ni en aquellos que buscan capitalizar su popularidad en las redes sociales, sino en aquellos que se atrevan a proponer soluciones reales y a construir una visión de país que conecte con la gente de manera genuina.
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