El mismo día en que Francisco Alberto Gómez, alias “Frico”, dueño del lujoso resort Fricolandia en Puerto Plata, se declaró culpable ante la Corte Federal del Distrito Sur de Florida por tráfico de drogas, el presidente Luis Abinader partió rumbo a Washington D. C. para participar en la Cumbre Ejecutiva de la Asociación Americana de Prendas de Vestir y Calzados (AAFA). Un hecho que no pasa desapercibido para quienes entienden que en la política y en el narcotráfico las coincidencias no existen, solo los movimientos estratégicos.
Gómez, alias «Frico», admitió su participación en una red internacional de narcotráfico que operó cuatro cargamentos utilizando los barcos Day Dreamer y Triple A, facilitando su salida desde su propiedad en Fricolandia. Su sentencia será dictada el 9 de junio de 2025 y podría enfrentar años de prisión, además de la confiscación de bienes adquiridos ilícitamente. Este caso representa un golpe significativo en la lucha contra el narcotráfico, pero también deja muchas preguntas en el aire sobre el alcance real de estas redes y sus conexiones.

Mientras tanto, el presidente Abinader abordó su avión desde la Base Aérea de San Isidro, siendo despedido por altos mandos militares, rumbo a una agenda internacional que lo llevó a reuniones con empresarios y líderes políticos en Washington e Indiana. Allí, entre reuniones con ejecutivos del Atlantic Council y líderes de sectores estratégicos, el mandatario promueve a República Dominicana como un destino atractivo para inversiones en medio de la guerra comercial entre Estados Unidos, México y Canadá.
Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen es: ¿Es mera coincidencia que el presidente Abinader salga del país justo cuando estalla este escándalo de narcotráfico? En política, los tiempos nunca son casuales. Los viajes, las declaraciones y hasta las omisiones forman parte de un ajedrez en el que cada pieza se mueve con una intención. La historia ha demostrado que cuando ocurren eventos de gran impacto, muchas veces las figuras de poder buscan desmarcarse estratégicamente para evitar quedar atrapados en la controversia.
Este caso también reaviva el debate sobre hasta qué punto el narcotráfico ha infiltrado las estructuras económicas y políticas del país. La historia dominicana está plagada de episodios donde figuras con influencias políticas han terminado vinculadas al narcotráfico, y aunque el gobierno actual insiste en una lucha frontal contra este flagelo, la duda siempre queda en el aire.
La relación entre el presidente Luis Abinader y Francisco Gómez, propietario de Fricolandia, ha estado centrada en el impulso del turismo en la región norte de la República Dominicana. Sin embargo, la reciente declaración de culpabilidad de Gómez por narcotráfico en los Estados Unidos pone en una posición incómoda al gobierno de Abinader, ya que su vinculación con Gómez podría verse afectada por las serias acusaciones.
Esta situación genera cuestionamientos sobre la conexión entre el mandatario y una figura que ahora enfrenta cargos internacionales de gran magnitud.
Es evidente que en este juego de poder no hay casualidades. La declaración de culpabilidad de «Frico» y el viaje del presidente en el mismo día pueden ser simplemente parte de un cálculo político o una estrategia de control de daños. Lo que sí está claro es que los ciudadanos merecen respuestas y una verdadera transparencia sobre el impacto del narcotráfico en el país, más allá de las estrategias políticas y diplomáticas que intentan desviar la atención de los verdaderos problemas.
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