Colocamos la referencia al IQ en el título para evidenciar cómo el sistema ha condicionado a la sociedad dominicana, limitando el pensamiento crítico y promoviendo el conformismo. El IQ, o coeficiente intelectual, mide habilidades cognitivas como el razonamiento y la resolución de problemas, y en República Dominicana el promedio oscila entre 80 y 90, lo que refleja las deficiencias del sistema educativo y socioeconómico. Mencionarlo no busca excluir, sino resaltar cómo las élites han mantenido a la población en un estado de letargo que impide su verdadero desarrollo intelectual y social.
Desde tiempos remotos, la mandrágora ha sido símbolo de misterio, poder y manipulación. Sus raíces, que semejan la figura humana, han sido objeto de mitos que van desde otorgar riquezas hasta provocar la locura. En la República Dominicana de hoy, esta planta mítica bien podría representar el sistema político y económico que ha mantenido a la mayoría de la población en un estado de letargo social, mientras una élite bien posicionada concentra el poder, los recursos y la narrativa de la realidad.
El problema no es nuevo, pero sí más evidente. Nos encontramos en un país donde el discurso del «progreso» no se traduce en mejoras reales para la mayoría en República Dominicana. Donde se nos vende la ilusión de crecimiento económico mientras la desigualdad sigue en aumento. Donde la educación se estanca, la salud es un lujo y la juventud tiene que conformarse con un futuro migratorio o un empleo precario.
Todo esto, orquestado por una élite política y empresarial que ha perfeccionado la fórmula para mantener a la población entretenida, dividida y adormecida.
El Letargo Social: Una Droga Suministrada por la Élites
La mandrágora, en muchos relatos, es una planta que induce un sueño profundo si se manipula de cierta manera. En la sociedad dominicana, este sueño es inducido a través de múltiples frentes:
Medios de Comunicación Controlados
La prensa, en su mayoría, responde a intereses empresariales y políticos. No se trata de informar, sino de moldear la percepción colectiva. Se amplifican los temas que convienen a los poderosos y se minimizan o distorsionan aquellos que podrían provocar un verdadero despertar social. La prensa se ha convertido en una herramienta para reforzar el conformismo.
Entretenimiento como Distracción Masiva
Mientras la población enfrenta precariedades, se la mantiene entretenida con escándalos mediáticos, farándula y un fanatismo desmedido por el deporte y la política como espectáculo. Se fomenta una cultura donde lo urgente es olvidado en favor de lo trivial.
Educación Deficiente, Ciudadanos Sin Herramientas
Un pueblo educado es un pueblo difícil de manipular, y por eso el sistema educativo dominicano sigue en crisis. Mientras en otros países la educación impulsa el pensamiento crítico, aquí se limita a la repetición de datos sin análisis. Los jóvenes no son preparados para cuestionar el sistema ni para cambiarlo.
Política Basada en el Asistencialismo y la Dependencia
La política dominicana no busca ciudadanos autosuficientes, sino votantes dependientes. Los gobiernos han perfeccionado el arte de la «ayuda social» no como un mecanismo de desarrollo, sino como un método de control. Se regalan fundas, bonos y subsidios en momentos clave, asegurando el apoyo electoral de quienes, al final, nunca dejan de ser pobres.
Factores Externos: Una Nueva Dependencia Colonial
La República Dominicana, lejos de fortalecerse como un Estado soberano, sigue siendo vulnerable a las decisiones de organismos internacionales, grandes corporaciones y gobiernos extranjeros. Las políticas económicas, los tratados comerciales y las inversiones extranjeras a menudo benefician más a intereses externos que a la población local. Se nos impone una visión del desarrollo que, en lugar de empoderarnos, nos mantiene en un estado de dependencia estructural.
Rompiendo el Hechizo: ¿Es Posible el Despertar?
Si seguimos bajo el influjo de esta «mandrágora social«, el futuro de la República Dominicana será un simple reciclaje de las mismas élites y los mismos problemas. Sin embargo, hay esperanza. La tecnología y el acceso a la información han abierto grietas en la narrativa oficial, permitiendo que nuevas voces surjan y desafíen el status quo.
El cambio no vendrá de los mismos políticos de siempre ni de los grandes empresarios. Vendrá de una ciudadanía que decida abrir los ojos, cuestionar y organizarse. Pero para ello, debemos asumir la responsabilidad de informarnos, de exigir, de rechazar las migajas del sistema y de romper con la cultura del conformismo.
Como en los antiguos relatos, la mandrágora puede ser usada para bien o para mal. La pregunta es: ¿seguiremos dormidos bajo su influencia o nos atreveremos a arrancarla de raíz y recuperar nuestro destino como nación?
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