Luis Abinader llegó al poder en 2020 como la cara visible del cambio que la sociedad dominicana exigía tras 16 años de gobierno casi ininterrumpido del PLD. Con un discurso centrado en la transparencia, el desarrollo y la institucionalidad, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) logró posicionarse como una fuerza de esperanza para una ciudadanía cansada de la corrupción y el estancamiento. Sin embargo, a menos de un año para las elecciones de 2024, surge una pregunta inevitable: ¿Abinader ha dañado la marca PRM?
Un liderazgo que generó expectativas desmesuradas
El triunfo de Luis Abinader con el PRM no solo significó la llegada de un nuevo gobierno, sino también la entrada de un partido joven con promesas renovadas. Sin embargo, el peso de las expectativas parece haber sido abrumador. Si bien se le reconoce por la estabilización económica tras la pandemia (Con más de 53 mil millones en prestamos) y un esfuerzo por atraer inversiones extranjeras, las críticas por improvisación, desconexión social y debilidades en su gestión han empezado a erosionar la confianza en el PRM.
Una de las principales críticas recae en la falta de resultados tangibles en temas clave como seguridad, servicios públicos y control migratorio. Las promesas de cambio han quedado, en muchos casos, en el aire, y el descontento entre los sectores más vulnerables y la propia base del PRM es palpable.
La frontera: un frente mal manejado
Uno de los temas más sensibles para la población dominicana es la crisis migratoria haitiana. Aunque Abinader ha intentado proyectar una imagen de firmeza con medidas como la construcción de un muro fronterizo, la realidad es que la entrada de haitianos al país ha aumentado bajo su gobierno, desafiando su discurso de soberanía y control.
Además, la postura del gobierno ha sido criticada tanto dentro como fuera del país. Para los organismos internacionales, las deportaciones y el trato a los migrantes son excesivos. Para los dominicanos, las políticas son insuficientes y poco efectivas. Este doble rechazo refleja no solo un fracaso político, sino una desconexión con las prioridades de la ciudadanía.
El PRM: ¿partido de cambio o más de lo mismo?
La gestión de Abinader también ha puesto en evidencia las carencias estructurales del PRM como partido político. Lo que en 2020 parecía ser una organización fresca y transformadora, hoy se muestra como una estructura débil, sin institucionalidad real ni conexión sólida con sus bases. Dirigentes locales han denunciado exclusión en la toma de decisiones, una falta de democracia interna y un favoritismo que recuerda las prácticas del pasado.
Esto no solo afecta la imagen del PRM, sino que debilita sus posibilidades de consolidarse como una fuerza política duradera. A menos que haya un cambio drástico en la estrategia, el PRM corre el riesgo de convertirse en otro partido más que llegó al poder, decepcionó y se desmoronó.
¿Hay tiempo para salvar la marca PRM?
Abinader y el PRM aún tienen tiempo para corregir el rumbo, pero el margen es cada vez más estrecho. Necesitan reconectar con la población, priorizar las necesidades reales del país y proyectar una visión de gobierno que inspire confianza. Sin embargo, si las elecciones se convierten en un referéndum sobre la gestión actual, el PRM podría enfrentar una derrota que lo lleve a la irrelevancia política.
En definitiva, Abinader no solo ha dañado la marca PRM; ha puesto en evidencia que esta nunca se consolidó como un proyecto político sólido y transformador. La historia política dominicana ya ha visto este ciclo antes: partidos que llegan con promesas de cambio y terminan siendo una decepción más. ¿El PRM será diferente? Eso dependerá de las decisiones que tome en los próximos meses.
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Luis Abinader PRM
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