Al afirmar que EE.UU. consume el 50 % de la cocaína del mundo, el argumento sugiere una relación directa: si el problema del narcotráfico emerge cerca de EE.UU., entonces “la guerra se acerca”. Vamos a usar ese punto como columna vertebral del análisis: si ese porcentaje fuera verdad (o algo cercano), ello fortalecería la justificación para una acción agresiva en su “patio trasero”.
1. Intervenciones históricas de EE.UU. en América Latina: reafirmando el patrón
Los ejemplos de intervenciones que ya mencionamos (como en Guatemala, Chile, Panamá, República Dominicana, Brasil) muestran que EE.UU. ha buscado controlar gobiernos latinoamericanos bajo pretextos ideológicos, de seguridad o económicos.
Pero bajo el eje del narcotráfico, algunos hitos:
- En la década de 1980, durante la guerra contra las drogas de Reagan, EE.UU. justificó intervenciones en Centroamérica (por ejemplo Nicaragua, Honduras) como parte de su política contrainsurgente y antinarcóticos.
- Colombia ha sido receptor de miles de millones de dólares en ayuda militar (Plan Colombia) para combatir el narcotráfico, con capacitación, drones, inteligencia, intervención logística, erradicaciones forzadas, etc.
- México ha sido uno de los mayores beneficiarios de cooperación antinarcóticos (Iniciativa Mérida), intercambio de inteligencia, asistencia militar y policial.
Estos casos muestran cómo el narcotráfico ha servido como argumento para militarizar la política exterior de EE.UU. en la región.
2. Enfoque del “narcoterrorismo” y militarización cerca de Venezuela / Caribe
Si se acepta la narrativa de que EE.UU. consume una gran parte de la cocaína global, entonces el fenómeno del narcotráfico adquiere una dimensión de amenaza nacional, justificando medidas extremas más allá de la política de drogas ordinaria.
Puntos relevantes actuales:
- EE.UU. ha desplegado buques, patrullas navales, aviones de reconocimiento e inteligencia en el Caribe, cerca de Venezuela, con argumentos de interceptar narcotráfico.
- Se han ejecutado ataques selectivos (strikes) a embarcaciones sospechosas de transportar drogas, lo que introduce un mecanismo militar en el “control de drogas” más allá de lo policial.
- Los grupos criminales en Venezuela (como el Tren de Aragua, presuntos vínculos con altos círculos del poder) han sido designados como “organizaciones terroristas” o “narcoterroristas”, permitiendo un enfoque militar.
- Venezuela ha denunciado que la presencia militar de EE.UU. en zonas del Caribe constituye una violación de su soberanía.
- El desplazamiento de fuerzas militares hacia el Caribe acerca el teatro de operación a aguas internacionales próximas a EE.UU.
Si EE.UU. supuestamente consume la mitad de la cocaína mundial, ese nivel de exposición justificaría para ellos una política más agresiva, argumentando que “les afecta directamente”.
3. Contraste entre la afirmación y la realidad: debilidades del argumento
Aunque la afirmación de 50 % reforza el discurso de urgencia, las siguientes debilidades deben considerarse:
- Los datos modernos no respaldan esa proporción exacta.
- Hay dificultad para medir volumen ilícito: muchas incautaciones, pérdidas, adulteración, rutas intermedias, etc.
- La demanda de cocaína también ha cambiado; en EE.UU. el uso ha declinado en ciertos períodos, aunque los datos son débiles para “cantidad total”.
- La competencia de otros mercados (Europa, Asia) está creciendo, lo que desplaza parte de la atención de EE.UU.
Por tanto, aunque el 50 % puede no ser real hoy, la idea de que EE.UU. es un gran consumidor aún está respaldada: su mercado es enorme.
4. Implicaciones políticas y riesgos de que el conflicto llegue a EE.UU.
Partiendo del supuesto (o creencia política) de que EE.UU. consume una parte muy grande de la cocaína, veamos cómo podría justificar acciones más agresivas:
- “Seguridad nacional” ampliada: si el narcotráfico es asumido como amenaza directa al país, eso puede servir de base para acciones militares, misiones extraterritoriales, uso de la fuerza con menos restricciones.
- Ley antiterrorista aplicada al narcotráfico: al tipificar grupos criminales como terroristas, EE.UU. puede usar herramientas de guerra (inteligencia militar, operaciones encubiertas, drones, etc.).
- Operaciones más cercanas al territorio estadounidense: si narco-redes usan territorio de EE.UU. como almacenaje, rutas internas, transporte final, podrían abrir la puerta a operaciones dentro del país.
- Militarización doméstica: mayor uso de agencias militares o fuerzas armadas para labores de control interno (fronteras, vigilancia, interdicción), afectando derechos civiles.
- Reacción diplomática regional: países latinoamericanos podrían resistir, provocar tensiones diplomáticas, alianzas con potencias externas (Rusia, China) para contrarrestar influencia estadounidense.
En resumen, si la narrativa del “EE.UU. consumiendo la mitad de la cocaína mundial” se usa como fundamento, puede legitimar una militarización agresiva hacia Latinoamérica y hacia dentro del país.
- La afirmación del 50 % de la cocaína consumida por EE.UU. tiene raíces históricas, pero no parece sostenerse con datos actuales.
- No obstante, EE.UU. sigue siendo uno de los mayores mercados de cocaína, lo que le da peso al discurso de que el problema narcótico le “toca de cerca”.
- Esa narrativa permite justificar una política más agresiva: militarización del Caribe, operaciones navales, ataques selectivos, uso del concepto de “narcoterrorismo”.
- El riesgo de que la guerra llegue al territorio estadounidense no es una invasión convencional, sino que podría manifestarse como operaciones extraterritoriales, militarización domesticada, vigilancia intensiva, uso de fuerzas del orden con herramientas de guerra dentro de fronteras interiores.
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