Dio Astacio, conocido por su múltiple faceta como pastor, gerente, y el “enviado de Dios”, parece tener un don especial para el populismo y la autopromoción. A pesar de la intensa mediatización de su gestión, el gasto significativo en publicidad, y hasta el supuesto pago a tuiteros para glorificar su “excelente” desempeño, la realidad pinta un panorama muy distinto en lo que respecta a la transparencia y eficiencia en su administración.

Sorprende que, a pesar de la fe depositada por el pueblo y la oportunidad divina que se le ha dado, la gestión de Dio Astacio en Santo Domingo Este no logra destacar en el ranking de transparencia municipal.

Actualmente, su administración se encuentra en el puesto 39, muy lejos de los primeros lugares que uno esperaría para alguien que tanto se jacta de su liderazgo y ética.

¿Qué está fallando? Vamos a los hechos. Según las evaluaciones más recientes, la gestión de Dio Astacio presenta graves debilidades en áreas cruciales de transparencia. Por ejemplo, el informe del Plan de Desarrollo Municipal no ha sido presentado de manera adecuada, y el Presupuesto Municipal del 2024 no fue registrado en el Sistema Presupuestario Nacional a tiempo, violando así los plazos establecidos por la ley.

Otros aspectos de la transparencia donde su administración flaquea incluyen:

Participación Social en el Presupuesto Participativo Municipal: Los hitos y etapas de participación social en la asignación presupuestaria parecen ser más una sugerencia que una obligación para esta gestión.

Asignación y Seguimiento de Fondos: La falta de mecanismos efectivos de seguimiento y rendición de cuentas sobre el Presupuesto Participativo Municipal es alarmante.

Declaración Jurada de Patrimonio: Los funcionarios no electos del órgano ejecutivo municipal, así como los regidores, no han entregado sus declaraciones juradas de patrimonio en tiempo y forma, violando la Ley No. 311-14.

Además, otras áreas críticas como la Eficiencia y Eficacia en la calidad del gasto, la Estandarización de los portales de transparencia, y la Elaboración del Plan Anual de Compras y Contrataciones (PAC) también muestran serias deficiencias.

Entonces, nos encontramos ante un panorama donde, a pesar del ruido mediático y la autopromoción, la gestión de Dio Astacio no solo está lejos de ser “excelente”, sino que además falla en cumplir con estándares básicos de transparencia y eficiencia.

¿Será que la figura de “enviado de Dios” no es suficiente para tapar estas grietas en su administración? ¿O es que, como muchos temen, estamos ante un líder más interesado en su imagen que en cumplir con su deber ante el pueblo?

Lo cierto es que, en el teatro de la política municipal, Dio Astacio parece ser más un actor que un verdadero gerente, dejando a Santo Domingo Este en un preocupante 39º puesto en transparencia, a pesar de todas sus grandilocuentes promesas y autoelogios.

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