En la República Dominicana, el ejercicio de la política parece un eterno juego de espejos donde los protagonistas cambian, pero las prácticas se mantienen. Desde Hackeando el Sistema, hemos observado una constante inquietante: los simpatizantes de cada partido político son incapaces de cuestionar el actuar de sus líderes, mientras se regodean en señalar los errores de sus adversarios. Esta dinámica no solo perpetúa la corrupción y el atraso, sino que también revela una sociedad atrapada en una red de fanatismo político que asfixia el desarrollo humano y social.
La Dualidad del Fanático
A los opositores del actual gobierno les encanta leer nuestras críticas al presidente Luis Abinader, pero al mismo tiempo reaccionan con furia cuando señalamos los abusos y actos corruptos cometidos bajo las administraciones de Leonel Fernández o Danilo Medina. Por otro lado, los oficialistas aplauden cuando recordamos los desfalcos del PLD y su desprendimiento, la Fuerza del Pueblo, pero nos atacan si calificamos al presidente Abinader de incompetente o, en términos más claros, de un soberano estúpido.
El problema no radica únicamente en las figuras políticas, sino en el nivel de tolerancia selectiva que los dominicanos tienen hacia la corrupción. Los seguidores en la República Dominicana, de un partido no ven en sus líderes a servidores públicos, sino a intocables que deben ser defendidos a toda costa, aunque se hundan en el fango de los escándalos.
¿Dónde está el cuestionamiento?
Lo que une a los seguidores de los distintos partidos es algo alarmante: no cuestionan. No cuestionan los criterios que los llevan a apoyar a ladrones, no cuestionan las decisiones de sus líderes, y mucho menos cuestionan el hecho de que todas esas decisiones están diseñadas para beneficiar a un reducido círculo de poder, dejando al pueblo con las manos vacías.
Los dominicanos hemos sido testigos de cómo cada gobierno, sin importar su color político, ha operado bajo un esquema similar: saqueo de los recursos públicos, impunidad para los aliados, y un sistema de privilegios que perpetúa la desigualdad. ¿El resultado? Un país rico en recursos naturales y cultura, pero pobre en desarrollo humano y justicia social.
Todos los Gobiernos, Una Misma Historia
Desde el inicio de nuestra democracia, los dominicanos no hemos tenido un solo gobierno que pueda ser recordado como una verdadera plataforma para el desarrollo humano. Cada administración ha estado marcada por escándalos de corrupción, nepotismo, políticas cortoplacistas, y una incapacidad crónica para abordar los problemas de fondo: salud, educación, seguridad y oportunidades.
El problema no es solo que hemos tenido gobiernos malos; es que como sociedad hemos normalizado lo inaceptable. Nos hemos conformado con votar por «el menos malo», como si eso fuera suficiente para transformar el país.
¿Qué Podemos Hacer?
La solución no vendrá de un líder milagroso o de un nuevo partido político, sino de una sociedad que decida dejar de ser cómplice del sistema. Necesitamos cuestionar, denunciar y exigir. Es hora de acabar con el ciclo vicioso del fanatismo y el conformismo. Si seguimos apoyando a corruptos, incompetentes y populistas, seguiremos obteniendo lo mismo: un país estancado, donde el desarrollo humano es solo una promesa vacía.
No importa si eres oficialista, opositor o indiferente: la realidad es que todos los gobiernos que hemos tenido hasta ahora en la República Dominicana han sido perjudiciales para el desarrollo del pueblo dominicano.
Si no rompemos este ciclo ahora, ¿cuándo? La verdadera revolución comienza con el pensamiento crítico. Es momento de exigir más y tolerar menos.
Desde Hackeando el Sistema, invitamos a todos a reflexionar. No se trata de colores, partidos o figuras; se trata del futuro de nuestra nación.
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