Abinader enfrenta serios problemas con Trump debido a su incoherencia política. Mientras que el presidente dominicano intenta mantener una postura diplomática y de apertura hacia diversos actores internacionales, su alineación en algunos temas clave parece estar en contradicción con los intereses de Trump. Esta falta de consistencia en sus posicionamientos y decisiones ha generado incertidumbre sobre su capacidad para manejar relaciones con figuras influyentes como el expresidente estadounidense, cuya agenda política y económica se mueve en una dirección muy distinta.
La reciente decisión de Donald Trump de bloquear 47 millones de dólares en ayuda para la República Dominicana ha puesto de manifiesto una realidad innegable: la política exterior dominicana ha sido errática, oportunista y carente de principios sólidos. Desde su llegada al poder, el presidente Luis Abinader ha dado tumbos entre el Partido Republicano de Trump y el Partido Demócrata de Biden, sin definir una postura clara que represente los intereses nacionales.
El Origen del Problema: Un Gobierno sin Rumbo
Cuando Abinader asumió la presidencia en 2020, lo hizo en un contexto donde la influencia de Donald Trump fue clave para la transición política en República Dominicana. No olvidemos que fue la administración de Trump, a través de su secretario de Estado, Mike Pompeo, la que presionó para impedir la reelección de Danilo Medina y el PLD, facilitando así el ascenso del PRM al poder. Sin embargo, una vez que Trump perdió las elecciones en 2020, el gobierno dominicano rápidamente abandonó cualquier afinidad con los republicanos y se alineó con los demócratas de Joe Biden, en un claro movimiento de conveniencia política.
El problema con este tipo de estrategias es que los líderes mundiales, especialmente alguien como Trump, no olvidan ni perdonan la traición. Abinader intentó congraciarse con los demócratas, pero estos nunca lo vieron como un aliado real, pues sabían que su gobierno llegó al poder con el respaldo de Trump. Por eso, durante toda la administración de Biden, la Casa Blanca nunca mostró interés en fortalecer las relaciones con República Dominicana. La prueba más contundente de este distanciamiento fue la ausencia de un embajador estadounidense en el país durante casi cuatro años.
La Sumisión a la Agenda Globalista
En un intento desesperado por agradar a los demócratas, el gobierno dominicano adoptó todas las agendas impuestas por los organismos internacionales controlados por la ideología progresista. Se abrieron las puertas a políticas pro-LGTB, pro-migración y pro-aborto, en una clara concesión a las exigencias del globalismo. A pesar de su retórica anti-migratoria, Abinader permitió el avance de políticas que beneficiaban a ONG internacionales que promovían la apertura de la frontera con Haití y la regularización de ilegales.
La ironía radica en que, mientras el gobierno construía un muro fronterizo, al mismo tiempo se sometía a préstamos y acuerdos condicionados por instituciones como el Banco Mundial y el FMI, que exigen la implementación de medidas progresistas. Esta incoherencia dejó al país en una posición débil ante los intereses estadounidenses, ya que ni los demócratas ni los republicanos veían en Abinader un socio confiable.
El Regreso de Trump y el Castigo a los Traidores
Ahora, con la inminente victoria de Trump en el horizonte, el panorama ha cambiado drásticamente. Trump es un líder que desprecia la falta de lealtad y castiga a aquellos que se doblan según la dirección del viento. Al bloquear los 47 millones de dólares en fondos para la República Dominicana, envió un mensaje claro: su administración no respaldará a gobiernos que se inclinen ante la ideología progresista y que traicionen la confianza de sus aliados.
El corte de estos fondos también afecta a las ONG que promovían las agendas globalistas en el país. Muchas de estas organizaciones operaban con financiamiento extranjero para impulsar políticas que iban en contra de los valores tradicionales dominicanos. Con este bloqueo, esas ONG perderán una fuente importante de recursos, lo que representa un golpe significativo para el progresismo en la isla.
Las Consecuencias de la Falta de Coherencia
El mayor error del gobierno de Abinader fue no establecer una postura firme desde el principio. En política internacional, la coherencia y la definición de intereses nacionales son fundamentales para el respeto y la estabilidad diplomática. En lugar de jugar a dos bandas, el gobierno debió mantener una línea clara de principios y prioridades estratégicas.
Si Abinader hubiera apostado por una relación fuerte y consistente con la administración de Trump, hoy República Dominicana estaría en una posición privilegiada dentro de la nueva configuración geopolítica que se avecina. En cambio, el país se encuentra en un limbo diplomático, sin apoyo demócrata ni republicano.
Reflexión Final: Lecciones para el Futuro
Lo sucedido con el bloqueo de fondos debe servir como una lección para los futuros gobiernos dominicanos. No se puede gobernar basándose en intereses coyunturales o en la conveniencia del momento. La política exterior debe estar anclada en principios inamovibles y en la defensa de los intereses nacionales.
El pueblo dominicano debe exigir gobernantes que actúen con firmeza y coherencia, que no se arrodillen ante las imposiciones extranjeras y que pongan a la República Dominicana por encima de cualquier agenda globalista. Solo así el país podrá asegurar su soberanía, su identidad y su estabilidad a largo plazo.
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