Leonel Fernández es una figura política que ha dejado una marca indeleble en la historia contemporánea de la República Dominicana. Su ascenso al poder es un relato que parece sacado de un libro épico. Un joven de origen humilde, criado en un barrio sin herencias económicas ni políticas, logra no solo liderar el país, sino mantenerse en el poder durante 12 años, un logro que lo coloca en un pedestal reservado para muy pocos en la historia dominicana y mundial.
Cuando se analiza el panorama político del país, ninguna otra figura ha ostentado el poder durante tanto tiempo consecutivo sin provenir de un linaje privilegiado ni de un legado político previo. Sin embargo, es precisamente este impresionante ascenso el que hace que sus decisiones posteriores sean objeto de un análisis más severo.
En 2016, la historia le presentó a Leonel Fernández una oportunidad única: la posibilidad de que su esposa, Margarita Cedeño, asumiera la presidencia de la República.
Esta habría sido una coyuntura histórica para el país, no solo porque Margarita habría sido la primera mujer en ocupar el cargo, sino porque habría sido una transición de poder diseñada para mantener la continuidad de su liderazgo a través de una figura cercana. Sin embargo, Leonel tomó una decisión que marcó un giro inesperado en su carrera política.
En lugar de apoyar esa posibilidad, prefirió que Danilo Medina reformara la Constitución para optar por la reelección. La razón detrás de esta decisión radicó, según muchos analistas, en su percepción de que su propio índice de rechazo era demasiado alto en ese momento, lo que ponía en riesgo no solo sus aspiraciones futuras, sino también las de su partido. Pero esta elección dejó claro un aspecto crucial de su liderazgo: Leonel siempre ha priorizado su propio legado político por encima de las oportunidades inmediatas, incluso si estas podían beneficiar a su círculo cercano.
La pregunta que surge es si esta decisión fue un acierto estratégico o un error histórico. En el imaginario popular, Margarita parecía la candidata ideal para 2016. Tenía el respaldo del danilismo y una imagen pública lo suficientemente fuerte como para consolidar un proyecto político que habría mantenido la hegemonía del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Pero el rechazo de Leonel a esta opción terminó dividiendo al partido, generando una fractura que todavía hoy resuena en la política dominicana.
Leonel Fernández sigue siendo una figura emblemática, un hombre que logró lo impensable en su juventud, pero cuya trayectoria también está marcada por decisiones que han desafiado la lógica convencional.
Su legado será debatido por generaciones, no solo por lo que logró, sino también por lo que decidió no hacer. En el 2016, tuvo en sus manos la oportunidad de consolidar su influencia política a través de Margarita, pero optó por un camino que marcó el.
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