Desde el inicio de su mandato, el presidente Luis Abinader ha insistido en una política de presión internacional para resolver la crisis haitiana, pero los resultados han sido prácticamente nulos. Mientras tanto, República Dominicana sigue cargando con las consecuencias del colapso de Haití sin recibir el respaldo prometido. La política exterior del gobierno de Luis Abinader en relación con Haití ha sido un rotundo fracaso. A pesar de las constantes declaraciones del presidente y su canciller Roberto Álvarez sobre la importancia de que la comunidad internacional se involucre en la crisis haitiana, la realidad es que su gestión ha demostrado una preocupante inclinación a priorizar los intereses de Haití sobre los de la República Dominicana.
Un Gobierno Sin Firmeza ni Soberanía
Desde el inicio de su mandato, Abinader ha insistido en la narrativa de que mientras peor esté Haití, más afectada estará la República Dominicana. Sin embargo, este argumento es una falacia que solo ha servido para justificar una política exterior débil, complaciente y carente de resultados concretos en favor del pueblo dominicano.
El cierre de la frontera ha sido parcial y sin una estrategia clara para disminuir la dependencia económica de Haití. Mientras otros países han tomado medidas firmes en defensa de su soberanía, el gobierno dominicano sigue pidiendo ayuda a una comunidad internacional que ignora el problema, sin adoptar acciones contundentes para blindar la frontera y evitar el flujo descontrolado de inmigrantes haitianos.
Roberto Álvarez: Un Canciller que No Defiende la Nación
Las declaraciones recientes del canciller Roberto Álvarez en la Organización de Estados Americanos (OEA) solo confirman lo que ya es evidente: el gobierno dominicano no tiene una política real de defensa de los intereses nacionales. Álvarez insistió en que la comunidad internacional debe aumentar su respaldo a Haití, como si República Dominicana tuviera la responsabilidad de resolver la crisis de su vecino. Esta postura no solo es absurda, sino que también ofende la inteligencia de los dominicanos que aún conservan un fuerte sentido de identidad y patriotismo.
Es indignante que el gobierno dominicano siga cediendo en cada aspecto relacionado con Haití, brindando asistencia social, permitiendo que haitianos accedan a servicios de salud y educación que deberían estar destinados exclusivamente a los ciudadanos dominicanos. En lugar de fortalecer nuestra soberanía, el gobierno de Abinader se ha dedicado a mendigar soluciones a organismos internacionales que solo critican a República Dominicana sin aportar absolutamente nada.
Un Presidente Más Comprometido con Haití que con su Propio Pueblo
A lo largo de su mandato, Abinader ha demostrado que su prioridad no es el bienestar del pueblo dominicano, sino mantener una imagen internacional de supuesto “líder humanitario”. La realidad es que su gobierno ha sido incapaz de cumplir con ninguna de sus promesas respecto a la crisis migratoria haitiana. Las declaraciones vacías y sin sustancia del presidente reflejan su falta de compromiso con la defensa de nuestra nación.
En lugar de cerrar la frontera de manera definitiva, prohibir el acceso a servicios gratuitos para extranjeros y disminuir la dependencia comercial con Haití, Abinader ha optado por una política de complacencia y sumisión ante los intereses internacionales. Esto no es una cuestión de incapacidad, como sugiere la oposición política; es una cuestión de voluntad. El gobierno ha decidido favorecer a Haití por encima de los intereses dominicanos, sin importar las consecuencias a largo plazo para nuestra soberanía y estabilidad económica.
La Comunidad Internacional No Reconoce el Sacrificio de RD
Uno de los mayores errores estratégicos del gobierno ha sido tratar de complacer a una comunidad internacional que solo ve a República Dominicana como un país al que pueden manipular y criticar sin consecuencias. A pesar de los enormes esfuerzos que se han hecho para apoyar a los haitianos en territorio dominicano, la comunidad internacional nunca ha reconocido estos sacrificios. Por el contrario, cada vez que República Dominicana intenta tomar medidas en defensa de su soberanía, se enfrenta a condenas, sanciones y acusaciones infundadas de racismo y xenofobia.
La solución a este problema no es seguir suplicando ayuda externa, sino adoptar una postura firme e independiente. República Dominicana no tiene ninguna responsabilidad sobre la crisis haitiana y, en cambio, ha dado demasiado sin recibir nada a cambio. Es hora de cortar toda asistencia y cerrar definitivamente la frontera para proteger nuestros intereses nacionales.
Un Gobierno Débil y Entregado
Luis Abinader pasará a la historia como un presidente que, en lugar de defender la soberanía dominicana, prefirió dedicarse a la retórica vacía y la sumisión ante la presión internacional. Sus supuestos logros en política exterior carecen de sentido y valor, pues no han resultado en ningún beneficio tangible para los dominicanos.
Es momento de que el país cambie de rumbo y adopte un enfoque radicalmente diferente respecto a Haití. No podemos seguir dependiendo del comercio con los haitianos, ni brindarles asistencia social, ni pedirle al mundo que intervenga en un problema que no nos corresponde. La única solución es cerrar la frontera de manera real, reducir al mínimo la interacción con Haití y enfocarnos en fortalecer nuestra economía con mercados alternativos.
El pueblo dominicano merece un gobierno que realmente vele por sus intereses, no uno que utilice la crisis haitiana como excusa para justificar su ineficacia y falta de compromiso con la nación. Luis Abinader y su equipo han fracasado en la tarea de defender a la República Dominicana. Es hora de que los dominicanos exijan un cambio real antes de que sea demasiado tarde.
No te olvides de crear tu perfil en HES Social para que puedas comentar cualquier noticia, subir tus denuncias y compartir tus opiniones con la comunidad.

Si te parece interesante este articulo, difúndelo con tus amigos.
Te dejamos nuestros más reciente análisis: El coronel Arnaud y la represión contra la comunidad.