A pesar de que el gobierno de Luis Abinader, ha destinado el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación, los resultados siguen siendo desoladores. En pleno siglo XXI, los estudiantes en la República Dominicana se ven obligados a recibir clases en condiciones indignas, como en una funeraria. Este hecho pone en evidencia la crisis estructural que atraviesa el sistema educativo, donde los recursos no se ejecutan de manera efectiva, y las promesas de mejora se quedan en palabras vacías. La falta de acción real y la ineficiencia en la gestión del presupuesto ponen en riesgo el futuro de miles de jóvenes que merecen una educación de calidad en espacios dignos.
¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI, con un presupuesto millonario destinado a la educación, este tipo de circunstancias sigan ocurriendo? ¿Cómo puede ser que un niño, en lugar de asistir a una escuela con condiciones mínimas de bienestar, termine recibiendo su educación en un espacio tan inapropiado como una funeraria?
Este tipo de situaciones pone en evidencia la falta de planificación y la deficiencia en la ejecución de los recursos que deberían ir destinados a mejorar las infraestructuras escolares del país. Y lo que es más preocupante: se trata de una historia recurrente en la que los ciudadanos nos vemos constantemente preguntándonos cómo es posible que se lleguen a estos extremos. Un país que se dice en desarrollo, con políticas públicas que, a menudo, se desmoronan por la falta de eficacia, y con una clase política que, lejos de buscar soluciones reales, se dedica a adornar una realidad que, a medida que pasa el tiempo, se vuelve más insostenible.
En este contexto, es necesario que EL GOBIERNO de Luis Abinader, como el director de Infraestructura Escolar del ministerio de educación, tomen responsabilidad y nos ofrezcan una explicación. La comunidad educativa y los padres, quienes día a día confían la formación de sus hijos al sistema, merecen respuestas claras.
El Listín Diario, que ha realizado una serie de reportajes investigativos sobre esta problemática, merece también el reconocimiento por exponer lo que muchos prefieren ocultar.
El Presupuesto para la Educación y su Ejecución
Según el presupuesto general de la nación, el gobierno dominicano destina anualmente una porción significativa de los recursos al sector educativo. En 2024, el presupuesto para el Ministerio de Educación fue de aproximadamente 252,000 millones de pesos, lo que representa alrededor del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Sin embargo, el problema no está solo en la asignación de recursos, sino en la ejecución de los mismos. De hecho, se estima que una parte importante de estos fondos no se ejecutan adecuadamente o se desvían, lo que impide que lleguen a las áreas más necesitadas, como la mejora de la infraestructura escolar.
El gobierno del presidente Luis Abinader ha sido señalado por su falta de avances significativos en varios indicadores clave de la educación. A pesar del aumento en el presupuesto, los resultados en términos de calidad educativa siguen siendo deficientes. Las pruebas de desempeño de los estudiantes en áreas clave como matemáticas y lengua siguen reflejando niveles alarmantemente bajos de aprendizaje. Esto no solo refleja una crisis estructural en el sistema, sino también la mala ejecución de los recursos destinados a transformar este sector.
La Necesidad de una Respuesta Inmediata
No es suficiente con destinar grandes sumas de dinero a la educación si no se garantiza que estos fondos se utilicen de manera eficiente. ¿Por qué esperar hasta febrero para tomar medidas y poner fin a la desidia que persiste dentro de las instituciones encargadas de velar por el bienestar educativo de la nación? Este es un llamado a la reflexión para todos los sectores involucrados: el ministerio, los legisladores y la sociedad civil.
El ejemplo de los niños en una funeraria no es un caso aislado. Es el reflejo de una crisis mucho más profunda que ha estado ignorada por demasiado tiempo. Necesitamos políticas públicas que vayan más allá de los discursos y se traduzcan en acciones concretas que mejoren las condiciones de vida de nuestros estudiantes, tanto en sus espacios de aprendizaje como en la calidad de los contenidos que reciben.
En lugar de permitir que estos niños crezcan en un entorno que los despoja de su derecho fundamental a una educación digna, debemos exigir que las promesas de cambio sean cumplidas. La educación no puede seguir siendo una prioridad en los papeles, mientras que en la práctica los recursos se malgastan o no se utilizan de manera efectiva. La situación de las funerarias como aulas de clase no solo es indignante, sino también un símbolo de la urgencia de un cambio real y profundo en el sistema educativo de la República Dominicana.
Es hora de exigir al presidente Abinader un sistema educativo que, al igual que cualquier país que se considera desarrollado, valore y respete a sus niños y les proporcione las herramientas necesarias para enfrentar el futuro con dignidad y esperanza.
No te olvides de crear tu perfil en HES Social para que puedas comentar cualquier noticia, subir tus denuncias y compartir tus opiniones con la comunidad.

Si te parece interesante este articulo, difúndelo con tus amigos.
Te dejamos nuestros más reciente análisis: ¿Quién ha llevado a la República Dominicana hacia un mejor futuro?