Por mucho tiempo, la gestión del presidente Luis Abinader ha sido percibida como un gobierno que, a pesar de sus errores, ha mantenido estabilidad. Sin embargo, la política no es solo gestión, sino percepción, y aquí es donde el gobierno ha ido perdiendo la batalla. No por falta de acciones, sino por la falta de una narrativa renovada que logre conectar con la gente.
El problema no es solo que el discurso del “cambio” se agotó; es que no han sido capaces de construir uno nuevo. El marketing desproporcionado y sin sustancia ha sustituido a las grandes promesas iniciales, generando un populismo desmedido que muchas veces roza la incoherencia. Las estrategias comunicacionales del gobierno han caído en un bucle donde se invierten miles de millones en publicidad estatal (más de 9 mil millones de pesos), pero sin resultados tangibles en la percepción del pueblo.
Lo que en un principio parecía una estrategia innovadora —como las ruedas de prensa semanales— se ha convertido en un arma de doble filo. Exponer al presidente Abinader, que cada vez muestra menos paciencia ante las preguntas incómodas no es precisamente una estrategia inteligente. Cuando un líder pierde el control sobre su discurso, la narrativa ya no le pertenece. Y es ahí donde el desgaste se vuelve evidente.
El Departamento de Comunicaciones de la Presidencia (DIECOM) no tiene un plan de manejo de crisis efectivo, ni preventivo ni reactivo. Su enfoque ha sido simplemente callar voces a punta de billetes, sin darse cuenta de que en un gobierno débil en comunicación, el ruido siempre encontrará su manera de salir.
Es hora de hacer cambios reales, no solo en el tren gubernamental, sino en la estrategia de comunicación. El gobierno de Abinader tiene dos opciones:
- Seguir gastando millones en una publicidad que ya no convence a nadie.
- Reformular su comunicación con una narrativa fresca, audaz y conectada con las preocupaciones reales de la gente.
Porque en política, el que no domina la conversación, se convierte en su víctima o Dominas la Comunicación o te Derrotan
El ataque contra funcionarios del gobierno no es más que un instrumento político para debilitar la imagen de la gestión presidencial. Sin embargo, más allá de las acusaciones en sí, lo que estos casos demuestran es que el gobierno y su equipo de comunicación no están preparados para enfrentar ataques estratégicos.
En política, la gestión no es suficiente; la percepción lo es todo. Si el gobierno central no fortalece su equipo de comunicación con verdaderos estrategas, seguirá siendo vulnerable a golpes como estos. En HackeandoElSistema.net, hemos demostrado que somos los mejores en comunicación estratégica en Santo Domingo Este, y por eso podemos hablar con autoridad sobre el tema.
El presidente Abinader tiene dos caminos: seguir confiando en una estrategia fallida con Homero Figueroa y reaccionando tarde a los ataques, o despertar y empezar a jugar en serio.
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