A pesar de los cuantiosos esfuerzos del Gobierno de Abinader por maquillar la realidad a través de inversiones en publicidad y estrategias de censura, el constante aumento de los productos de la canasta básica es un hecho que los ciudadanos sienten en su bolsillo. En los mercados y supermercados del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, los precios continúan en ascenso, afectando la economía de los más vulnerables.
De acuerdo con comerciantes consultados por diversos medios de comunicación, productos esenciales como el bacalao, la salsa, los gandules enlatados y las habichuelas han registrado aumentos significativos en los últimos días. Por ejemplo, la libra de bacalao pasó de costar 120 pesos a 160, un incremento de 40 pesos. “Para ganarle 20 pesos, debemos venderlo a 180, y no solo el bacalao, muchos productos han aumentado en los últimos días”, aseguran los comerciantes.
Uno de los pocos productos que ha mantenido su precio estable en las últimas dos semanas es el arroz. Sin embargo, el tipo A se expende entre 50 y 55 pesos, mientras que el de menor calidad oscila entre 35 y 40 pesos en almacenes, aunque en los colmados puede alcanzar los 45 pesos la libra.
Otros productos de consumo diario también reflejan aumentos notables. El cartón de huevos se vende en supermercados a 185 pesos, las papas se ofertan entre 50 y 53 pesos la libra, y el pollo, alimento esencial en los hogares dominicanos, se comercializa entre 77 y 80 pesos por cada 16 onzas.
El impacto en la economía familiar es evidente, y los consumidores resienten la subida de precios sin que se perciban medidas efectivas por parte del Gobierno de Abinader para mitigar la crisis.
A pesar de las campañas de comunicación y la narrativa oficialista que intenta minimizar la situación, la realidad en los mercados habla por sí sola. Además, los intentos de censurar o desacreditar las voces críticas no pueden ocultar el descontento generalizado entre la población.
El alza de hasta un 40% en productos básicos es un golpe directo a la clase trabajadora, que ve cómo su poder adquisitivo se reduce sin respuestas claras por parte de las autoridades. En este contexto, la preocupación de la ciudadanía crece y la demanda de acciones concretas se hace cada vez más urgente.
El Gobierno de Abinader, por más que invierta en propaganda, no puede negar lo que las cifras y el día a día de los dominicanos dejan en evidencia: la crisis económica es una realidad que no puede ser ignorada.
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