En La Dictadura Perfecta, la poderosa televisora ficticia TV MX manipula la narrativa pública para limpiar la imagen de un gobernador corrupto y posicionarlo como candidato presidencial. Mediante el uso del entretenimiento, la distracción mediática y la construcción de una percepción favorable, la película de Luis Estrada expone cómo los medios pueden ser cómplices del poder político y económico. En la República Dominicana, la realidad no es muy distinta.
Concentración mediática: ¿informar o influir?
La concentración de los medios de comunicación en manos de grupos empresariales y políticos representa un grave obstáculo para la democracia en la República Dominicana. Según un informe de teleSUR de 2015, el 98% de los medios que operan en el espectro radioeléctrico dominicano bajo autorización de INDOTEL son de propiedad privada. El restante 2% está controlado por el Estado o las iglesias. Esta estructura limita el pluralismo y favorece una narrativa única alineada con los intereses de los grandes propietarios.
Uno de los conglomerados más influyentes es el Grupo Corripio, que controla canales como Telesistema 11, Teleantillas 2 y Coral 39, así como periódicos de gran circulación como Hoy, El Día, El Nacional y Listín Diario. En conjunto, estos medios controlaban en 2012 más del 48% de la audiencia televisiva y el 55.4% de la lectoría de prensa escrita. Su capacidad para moldear la agenda pública —desde qué escándalos se discuten hasta qué políticos se presentan como «salvadores»— es incuestionable.
A esto se suma el diario Diario Libre, una publicación de amplia circulación y acceso gratuito, cuyo perfil editorial ha sido cuestionado en diversas ocasiones por su cercanía a grupos empresariales como la familia Rainieri, actores clave en sectores como el turismo y con una influencia creciente en el debate público nacional. Aunque Diario Libre es percibido por muchos como un medio moderno y equilibrado, su participación en la construcción mediática de ciertas figuras políticas plantea dudas sobre la objetividad de su línea editorial.
Políticos con medios: jueces y parte
Al igual que en La Dictadura Perfecta, donde la televisora ayuda a ocultar los crímenes del gobernador Vargas mientras lo lanza como presidenciable, en República Dominicana hay políticos que literalmente poseen sus propios medios. Uno de los casos más notorios es el del senador Félix Bautista, vinculado a graves acusaciones de corrupción, pero dueño de más de una docena de emisoras de radio y canales de televisión, lo que le permite influir directamente en la narrativa que se construye sobre su figura.
El Ministerio Público reveló que varias emisoras de radio están vinculadas a empresas utilizadas como fachada por el entorno del senador Félix Bautista para ocultar activos, destacando a Audio Máster S.R.L., responsable de financiar adquisiciones a nombre de Inmobiliaria Juviles S.R.L., vinculada a su sobrina. Entre las emisoras mencionadas figuran Rumba 98.5 FM, Primor 93.7 FM, Premium 101.1 FM, Perla 106.7 FM, así como frecuencias de Radio Cadena Hispanoamericana S.R.L. como 97.7 FM, 89.5 FM, 89.7 FM y 102.3 FM, y la frecuencia Enlace 456.225 MHz, todas formando parte de un entramado que, según el MP, servía para manejar fondos y mantener control mediático.
Este fenómeno crea una estructura mediática que protege a los aliados del poder económico y político, minimizando sus escándalos, distorsionando la verdad, y atacando a quienes los confrontan. La televisión abierta, más que informar, entretiene y suaviza el impacto de los actos de corrupción o las crisis sociales, reduciendo la política a una telenovela donde el «bueno» y el «malo» cambian según los intereses del canal.
Vendedores de humo: el entretenimiento como distracción
En lugar de un periodismo riguroso y orientado al bien público, muchos medios actúan como «vendedores de humo», promoviendo narrativas que favorecen a ciertos sectores. En contextos electorales, la cobertura mediática suele centrarse en la imagen de los candidatos más que en sus propuestas, un patrón que se repite en cada ciclo electoral.
Un artículo de 2023 destacaba que los medios dominicanos tienden a construir «realidades mediáticas» que no necesariamente reflejan los problemas reales del país. Es el mismo juego que vemos en la película de Estrada: la manipulación de la percepción colectiva para proteger intereses.
Redes sociales: ¿libertad o manipulación digital?
Si bien el auge de las redes sociales ha permitido a ciudadanos y plataformas independientes romper parcialmente el monopolio informativo de los grandes medios, estas también se han convertido en escenarios de manipulación. El llamado «quinto poder» —la ciudadanía conectada— se enfrenta a estrategias digitales sofisticadas financiadas por grupos con recursos.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (INM-RD), muchas campañas de desinformación en redes, especialmente sobre el tema migratorio, están impulsadas por cuentas falsas, bots y narrativas artificiales destinadas a sembrar miedo o desviar la atención. Un ejemplo claro fue un post viral de octubre de 2024 que denunciaba cómo los medios «tarifados» pueden convertir al «bueno en malo y al malo en bueno», según los intereses de quienes pagan por la cobertura.
Estas estrategias no difieren de las que utiliza TV MX en La Dictadura Perfecta. Solo que ahora, además de la televisión, la manipulación se propaga a través de algoritmos, publicidad pagada, influencers al servicio de agendas, y campañas que simulan espontaneidad cuando en realidad están cuidadosamente orquestadas.
Percepción no es verdad
Uno de los mensajes centrales de la película es que la percepción pública no es sinónimo de verdad. Esta afirmación cobra aún más vigencia en una sociedad donde el control de los medios está concentrado en manos de pocos, y donde incluso las redes sociales —supuestamente libres— pueden ser instrumentalizadas por el poder económico y político.
Un post en X de junio de 2025 criticaba al gobierno por «invertir en titulares falsos» mientras el país enfrenta problemas reales sin solución. Esto ilustra cómo el poder utiliza los medios para crear una ilusión de progreso o eficiencia que no se traduce en mejoras concretas para la población. La repetición de una narrativa —en televisión, radio, prensa escrita o digital— no la convierte en verdad, pero sí puede convertirse en creencia colectiva.
República Dominicana vive un fenómeno mediático comparable al que denuncia La Dictadura Perfecta. Grandes grupos como Corripio y Rainieri, así como medios como Listín Diario, Hoy, Teleantillas, Diario Libre, entre otros, participan en la construcción de una realidad que responde más a intereses empresariales que al derecho ciudadano a estar bien informado.
Aunque las redes sociales han abierto nuevos espacios, también son susceptibles a la manipulación digital por parte de quienes tienen los recursos para pagar campañas, comprar influencia y distorsionar narrativas. En este contexto, urge fomentar la alfabetización mediática, el pensamiento crítico y el fortalecimiento de medios independientes que sirvan al interés público y no al poder.
Porque, como advierte la película, lo más peligroso no es el político corrupto, sino el medio que lo convierte en héroe.
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