Cuando Huchi Lora declara públicamente que duerme tranquilo, está enviando un mensaje poderoso. Pero esa tranquilidad, más que reflejar una conciencia limpia, podría ser el resultado de una certeza inquietante: la certeza de que el Ministerio Público, bajo el gobierno actual, no investigará de manera seria, transparente ni objetiva los señalamientos relacionados con el caso de la USAID.
Huchi Lora defiende su integridad afirmando que jamás ha recibido dinero de la USAID ni de fuentes ajenas a los medios en los que ha trabajado durante sus 58 años de carrera. Sin embargo, el tema no se reduce a una transacción directa de dinero.
La complejidad de las estructuras de financiamiento internacionales, a menudo, incluye intermediarios y organizaciones satélite que operan en países como República Dominicana. El hecho de que los cables internacionales no mencionen explícitamente al país no elimina la posibilidad de financiamiento indirecto.
El Ministerio Público: Un Aliado Cómodo
Huchi Lora duerme tranquilo, y tiene razones para hacerlo. No porque su conciencia esté limpia, sino porque sabe que el Ministerio Público, hasta ahora, no ha demostrado tener la voluntad o la capacidad de procesar casos de corrupción de manera ejemplar. Ni en el gobierno pasado ni en el actual. ¿Cómo explicar que con tantos escándalos públicos no exista una sola condena contundente? Es sencillo: cuando el aparato de justicia está alineado con ciertos intereses, la impunidad es garantía.
Lora defiende la independencia del Ministerio Público, pero la realidad es otra. Este Ministerio Público ha sido cómplice pasivo de un sistema que persigue la corrupción de manera selectiva, priorizando los casos que convienen políticamente mientras deja intactos a quienes gozan de protección desde las altas esferas del poder.
La Relación con la USAID y el Silencio Culpable
Aunque Huchi niega haber recibido dinero de la USAID, la duda persiste. La clave no es solo si recibió dinero directo, sino si estuvo involucrado o se benefició indirectamente a través de organizaciones financiadas por esta agencia. Su silencio sobre la influencia de la USAID en medios de comunicación dominicanos es llamativo, especialmente para alguien que se proclama defensor de la transparencia y la verdad.
En lugar de abordar estos cuestionamientos con una investigación seria, Lora elige el papel de víctima, afirmando ser blanco de una campaña de difamación orquestada por el PLD acusados de corrupción. Este giro retórico, aunque efectivo para distraer a la opinión pública, no responde las preguntas legítimas sobre su rol en un sistema mediático que ha demostrado estar influenciado por intereses externos.
La Paz de Conciencia No Es Prueba de Inocencia
Decir que duerme tranquilo es una afirmación que busca posicionarlo moralmente por encima de sus críticos. Pero dormir tranquilo no es sinónimo de estar libre de culpa; es más bien una muestra de la comodidad que da el respaldo del poder político. En un país donde la justicia es selectiva y parcial, esa tranquilidad puede interpretarse como la confianza de que nunca habrá consecuencias reales.
La Selectividad de las Denuncias
Lora se presenta como un periodista ético y defensor de la justicia. Sin embargo, su selectividad en las denuncias es evidente. ¿Por qué no ha investigado a fondo el financiamiento de la USAID en medios locales? ¿Por qué sus críticas parecen estar siempre alineadas con ciertos intereses políticos? La doble moral se revela no solo en lo que se dice, sino también en lo que se elige callar.

La Tranquilidad de la Complicidad
En un sistema donde el periodismo debería ser el cuarto poder, la paz de conciencia de Huchi Lora expone la complicidad con un sistema que protege a los poderosos y castiga a los débiles. En lugar de utilizar su influencia para cuestionar al poder y revelar la verdad, Lora ha elegido el camino fácil: alinearse con quienes garantizan su tranquilidad.
Ese es el verdadero escándalo. No el supuesto financiamiento de la USAID, sino la manera en que periodistas veteranos han permitido que el periodismo pierda su esencia como herramienta de fiscalización social.
Esta es la doble moral del periodismo dominicano: dormir tranquilos mientras la verdad permanece oculta.
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