En una reciente intervención pública, Janel Ramírez, presidente saliente de la Cámara de Cuentas de la República Dominicana, ha arremetido contra los medios de comunicación, acusándolos de ser responsables de que no se haya publicado una sola auditoría durante sus cuatro años de gestión al frente de esta institución clave en la lucha contra la corrupción. Ramírez, quien está vinculado al Partido Revolucionario Moderno (PRM), parece no haber asumido la responsabilidad por los fracasos durante su mandato, un periodo marcado por serios cuestionamientos tanto en el ámbito de la auditoría pública como en la gestión de los recursos estatales.
La Realidad de una Gestión Deficitaria
Durante su mandato, la Cámara de Cuentas ha sido duramente criticada por la falta de transparencia y eficacia en su labor. Los informes de auditoría, que deberían ser uno de los pilares del trabajo de esta institución, brillaron por su ausencia. Las auditorías son esenciales para garantizar que los fondos públicos se manejen de manera adecuada, pero en lugar de rendir cuentas sobre esta omisión, Janel Ramírez ha optado por desviar la atención hacia los medios de comunicación.
La ausencia de informes no solo afecta la confianza en las instituciones del Estado, sino que también ha sido un tema recurrente en el debate público, donde se exige una rendición de cuentas más efectiva. Lejos de asumir su responsabilidad, Ramírez ha arremetido contra los medios, acusándolos de ser «sicarios», una expresión que revela su incapacidad para reconocer las críticas legítimas que se le hacen.
¿Un Intento de Desviar la Atención?
Ramírez, quien ha sido señalado en múltiples ocasiones por su vinculación con casos de acoso, abuso y agresión sexual, parece haber adoptado una postura de victimización, desviando el foco de las verdaderas críticas a su gestión. En lugar de responder con hechos concretos sobre cómo planea mejorar la transparencia en la Cámara de Cuentas o sobre la falta de auditorías durante su mandato, se centra en una retórica personalista y narcisista. En su reciente entrevista, Ramírez no perdió oportunidad para hablar de sí mismo, evitando abordar las acusaciones que pesan sobre su gestión. Este comportamiento refleja un patrón de evasión y falta de autocrítica, características comunes de quienes no desean reconocer sus errores.
Medios de Comunicación: Custodios de la Democracia
La crítica de Ramírez a los medios de comunicación como «sicarios» no es solo una defensa propia ante las acusaciones de su gestión fallida, sino también un ataque contra el papel fundamental que los medios juegan en la democracia. En un contexto donde la transparencia es más importante que nunca, los medios tienen la responsabilidad de exponer la verdad, incluso cuando esa verdad es incómoda para quienes detentan el poder. En lugar de cuestionar la labor de los periodistas y comunicadores, Ramírez debería haber dado respuestas claras sobre su gestión y asumir las críticas como parte del proceso democrático.
En la actualidad, la libertad de prensa sigue siendo uno de los pilares fundamentales para el funcionamiento del sistema democrático. Los medios de comunicación no son «sicarios», sino actores esenciales para mantener la vigilancia sobre las instituciones del Estado y para garantizar que se cumpla con el mandato de transparencia y rendición de cuentas. Atacar a los medios en lugar de reconocer los errores es una táctica peligrosa que, lejos de resolver los problemas, solo profundiza la desconfianza en las instituciones públicas.
Acusaciones Personales: ¿Un Patron Narcisista?
El comportamiento de Janel Ramírez, tanto en su gestión al frente de la Cámara de Cuentas como en sus declaraciones recientes, pone de manifiesto una tendencia narcisista. La incapacidad para reconocer los propios errores y la tendencia a desviar la atención hacia los demás son características de este tipo de personalidad. En lugar de centrarse en los logros que pudo haber alcanzado durante su mandato, Ramírez se muestra más preocupado por su imagen y por deslegitimar las críticas. Su defensa personal, incluso a costa de la verdad y la rendición de cuentas, refleja un liderazgo fallido que, en lugar de generar confianza, ha sembrado dudas sobre la integridad de la Cámara de Cuentas.
Janel Ramírez, al igual que otros funcionarios públicos que han ocupado puestos de poder, tiene la obligación de asumir la responsabilidad de su gestión y responder por los errores cometidos.
Su reciente acusación a los medios de comunicación como «sicarios» es una clara muestra de su intento de desviar la atención sobre los fracasos en su mandato. En lugar de reconocer la falta de auditorías, sus declaraciones refuerzan la imagen de un hombre que prefiere culpar a los demás en lugar de asumir su responsabilidad. Los medios de comunicación, lejos de ser los enemigos, son los aliados en la lucha por una democracia transparente y responsable.
Es hora de que figuras como Janel Ramírez dejen de evadir la crítica y enfrenten las consecuencias de su gestión. La rendición de cuentas no solo es necesaria, sino que también es un derecho de los ciudadanos que esperan ver cómo sus recursos públicos son administrados. Mientras tanto, los medios de comunicación seguirán desempeñando su función crucial de exponer la verdad, sin importar a quién incomode.
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