En una reciente intervención, Julio Hazim desplegó una serie de «propuestas» que, bajo un manto de aparente seriedad, se convirtieron en una crítica mordaz a la capacidad del presidente Luis Abinader para liderar eficazmente. Estas reflexiones no solo expusieron las grietas de la administración actual, sino que también dejaron al desnudo la incapacidad del mandatario para tomar decisiones que muestren un dominio genuino de gobernabilidad.
Sugerencias o sarcasmo descarado?
Hazim «recomendó» nombres para varios cargos clave del gabinete que, en un contexto serio, solo podrían interpretarse como un ejercicio de ironía. Entre sus propuestas estuvieron:
- Santiago Matías para el Ministerio de Industria y Comercio.
- Ángel Rondón como embajador en Brasil.
- Fernando Crisóstomo en el Ministerio de Hacienda o como Contralor General.
- Bienvenido Rodríguez en el Ministerio de Administración Pública.
- Juan Bolívar como embajador en Haití.
Cada uno de estos nombres, cargado de asociaciones públicas y conflictos de intereses, parece elegido para subrayar una realidad: el gabinete actual es tan disfuncional que cualquier propuesta surrealista no desentonaría en el entorno político dominicano.
Un llamado a la reflexión o un recordatorio de la debilidad?
En su discurso, Julio Hazim también se refirió a temas de actualidad internacional, como la ceremonia de juramentación del gabinete de Donald Trump y las implicaciones de las políticas migratorias estadounidenses para la comunidad dominicana. No obstante, estas reflexiones parecieron menos importantes que su crítica encubierta al liderazgo de Abinader.
Hazim enfatizó la necesidad de un gobierno de unidad nacional y la importancia de mantener a funcionarios clave que han mostrado eficiencia. Sin embargo, esta observación se sintió menos como un consejo genuino y más como una señal de que, bajo Abinader, incluso los elementos competentes del gobierno parecen ahogados por la mediocridad general.
¿Un enajenado mental en el Palacio?
Aunque nunca lo dijo directamente, el subtexto de Hazim fue claro. Al tratar a Abinader como alguien desconectado de la realidad política, dejó entrever una percepción de liderazgo ineficaz y vacilante. Esto, sumado a la falta de decisiones «medianamente efectivas», pinta un cuadro preocupante para el futuro de la gobernabilidad en el país.
La élite política en jaque
El «juego» de Hazim también pone sobre la mesa una realidad más amplia: la clase política dominicana parece estar atrapada en una burbuja de improvisación y falta de visión. La burla sutil no solo se dirige al presidente, sino al sistema que lo respalda y perpetúa.
El discurso de Julio Hazim es más que un comentario sarcástico; es un espejo que refleja las carencias estructurales de un gobierno que lucha por encontrar su rumbo. Mientras Abinader sigue perdiendo capital político, figuras como Hazim aprovechan la oportunidad para resaltar, con acidez y elegancia, que el liderazgo del mandatario está lejos de ser el que necesita la República Dominicana en estos tiempos de incertidumbre.
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