La política dominicana ha estado marcada por una serie de eventos que han suscitado numerosas preguntas sobre la influencia extranjera en sus procesos electorales. La llegada de Luis Abinader a la presidencia en 2020 fue vista por muchos como una victoria de la democracia y el cambio generacional. Sin embargo, al analizar los hechos y conexiones detrás de su ascenso al poder, surge una hipótesis inquietante: ¿fue realmente su victoria una expresión de la voluntad popular o una imposición orquestada por intereses externos, específicamente de los EE.UU.?
En Hackeandoelsistema.net, queremos aclarar varios puntos antes de continuar. No tenemos simpatías por ningún partido político ni pertenecemos colectivamente a ninguno. Aunque nuestros miembros son libres de simpatizar con el partido, la ideología política o religiosa que prefieran, siempre y cuando eso no afecte su objetividad al confeccionar en conjunto nuestros análisis.
Dicho esto, para las elecciones del 2020, al igual que muchos dominicanos, fuimos manipulados. Sin embargo, manteníamos la idea de que el país necesitaba un cambio, y ese cambio llegó. A pesar de que hoy hemos llegado a la conclusión de que ese cambio cayó en las manos menos indicadas, en ese entonces nadie podía prever lo mal que nos gobernarían hasta vivirlo como lo estamos viviendo ahora.
Partiendo de esto, si el cambio iniciado en 2020 no dio buenos resultados y en 2024 no tenemos una mejor oferta, entonces debemos seguir cambiando, pero mirando hacia adelante, sin retroceder ni quedarnos estáticos.
El Papel de la USAID y Participación Ciudadana en el camino de Abinader a la presidencia
Para comprender esta posibilidad, es fundamental analizar el rol de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y su vínculo con Participación Ciudadana (PC). La USAID ha sido históricamente conocida por su influencia en procesos democráticos en América Latina, mediante el financiamiento de organizaciones de la sociedad civil que promueven la «transparencia» y la participación política.
En República Dominicana, USAID ha destinado fondos significativos a Participación Ciudadana, organización que ha jugado un papel protagónico en la fiscalización electoral y en el movimiento social Marcha Verde, el cual surgió como una respuesta a los escándalos de corrupción en los gobierno del PLD, lo que enfrentaba Luis Abinader, vinculados al caso Odebrecht (empresa brasilena que competia por obras en RD con las empresas de EE.UU.). La narrativa oficial presentaba a Marcha Verde como un movimiento ciudadano independiente, pero su sincronía con los intereses diplomáticos estadounidenses ha generado suspicacias.
¿Fue Marcha Verde una expresión genuina de indignación popular o una herramienta de movilización social diseñada estratégicamente? La coordinación y recursos detrás de las protestas sugieren una planificación meticulosa, la cual coincidió con un clima político desfavorable para el entonces gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
La Llamada de Pompeo: El Punto de Quiebre
Uno de los momentos más reveladores en esta narrativa fue la llamada del entonces Secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, al presidente Danilo Medina en julio de 2019. En dicha llamada, Pompeo expresó su preocupación por los intentos de modificar la Constitución dominicana para permitir una nueva reelección de Medina. Esta intervención fue vista por muchos como una presión directa de Washington para frenar los esfuerzos del PLD por mantenerse en el poder.
La llamada de Pompeo no solo debilitó políticamente a Medina, sino que también consolidó la percepción de que EE.UU. no veía con buenos ojos una continuidad del PLD. En cambio, parecía favorecer un cambio de liderazgo en República Dominicana, lo que allanó el camino para que la oposición liderada por Luis Abinader cobrara mayor fuerza.
Esta intervención directa en un asunto interno de la política dominicana plantea preguntas incómodas sobre la soberanía política y el nivel de influencia de EE.UU. en los procesos electorales locales. Además, se suma a la narrativa de que la victoria de Abinader fue el resultado de una estrategia geopolítica cuidadosamente calculada.
La Transición de los Promotores de Marcha Verde al Gobierno de Abinader
Otro elemento clave de esta historia es el tránsito de varios líderes y voceros de Marcha Verde hacia posiciones clave en el gobierno de Luis Abinader. Al asumir el poder, Abinader incorporó a su administración a figuras que previamente habían sido voces críticas del sistema político, incluyendo aquellas asociadas a Participación Ciudadana y Marcha Verde.
Esto generó la percepción de que Abinader no solo llegó al poder con el respaldo de una coalición anti-PLD, sino que también dejó fuera a gran parte de su propio partido, el PRM, en la configuración de su gobierno. Esta aparente desconexión con su base política fue vista por algunos como una señal de que su administración respondía a intereses distintos de los del partido que lo llevó al poder.
¿Una Imposición de Trump?
El contexto internacional también ofrece pistas sobre esta posible injerencia. En 2020, Estados Unidos estaba bajo la administración de Donald Trump, quien había adoptado una política exterior pragmática y orientada a sus propios intereses geopolíticos en América Latina.
La relación entre Trump y Abinader ha sido objeto de especulación. Se ha señalado que la llegada de Abinader al poder coincidió con un período de realineamiento geopolítico en el que EE.UU. buscaba fortalecer su influencia en el Caribe, posiblemente en respuesta a la creciente presencia de China en la región.
Sin embargo, tras la derrota de Trump en 2020, Abinader pareció quedar políticamente aislado. El cambio de administración en Washington lo obligó a improvisar en sus relaciones exteriores, lo que podría explicar su aparente distanciamiento de ciertos sectores del PRM y su enfoque en consolidar su poder interno.
El Regreso de Trump y el “Reordenamiento” Político
Con el regreso de Trump al centro de la política estadounidense, se observa un cambio en la dinámica política dominicana. Trump ha demostrado ser un político con una visión estratégica y con acceso a información clave. Su retorno ha coincidido con una serie de revelaciones y cambios en la política dominicana, sugiriendo un intento de “recomponer la casa” y alinear nuevamente los intereses de Washington en la región.
Es aquí donde la hipótesis de una “imposición política” cobra mayor relevancia. Si Trump efectivamente tuvo un rol en la llegada de Abinader al poder, su retorno podría estar vinculado a un proceso de consolidación y fortalecimiento de esa influencia.
Desenmascarando una Estrategia Geopolítica
A la luz de estos eventos, es válido cuestionar la narrativa oficial. ¿Fue realmente Abinader una opción del pueblo dominicano o el resultado de una estrategia geopolítica de EE.UU.?
Esta teoría no sugiere una conspiración en sentido clásico, sino una combinación de factores:
- El financiamiento de la USAID a organizaciones como Participación Ciudadana, que jugaron un papel crucial en el discurso anticorrupción y en la deslegitimación del PLD.
- La llamada de Mike Pompeo, que frenó la modificación constitucional, alterando radicalmente el escenario electoral.
- La movilización de Marcha Verde, un movimiento que, aunque en apariencia fue ciudadano, se benefició de una estructura organizativa y mediática que no suele surgir de manera espontánea.
- La integración de líderes sociales al gobierno de Abinader, lo cual pudo haber sido una forma de neutralizar cualquier oposición y consolidar una nueva élite política.
Reflexiones Finales
Si bien es difícil probar categóricamente una imposición, los patrones de intervención política de EE.UU. en América Latina, junto con las conexiones identificadas, apuntan a una influencia significativa en las elecciones de 2020. La victoria de Abinader podría haber sido, en parte, el resultado de un escenario cuidadosamente diseñado para favorecer los intereses estratégicos de Washington en la región a traves de la USAID en Republica Dominicana, usando a Participacion Ciudanada como brazo ejecutor.
Este análisis no pretende invalidar el mandato democrático de Luis Abinader, sino abrir un espacio de discusión sobre la profundidad de la influencia estadounidense en el Caribe y la necesidad de fortalecer las instituciones democráticas dominicanas para garantizar que las elecciones reflejen la verdadera voluntad popular, libre de injerencias externas.
Este es un capítulo abierto en la política dominicana, donde el pasado, el presente y el futuro están más entrelazados que nunca.
Seguiremos hablando de este tema, porque ahora se ven muchos clavos sueltos y tenemos que recogerlos.
¿Hasta cuándo seguirán jugando con las necesidades del pueblo?
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Abinader EE.UU. USAID
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