En los últimos años, la educación en República Dominicana ha sido objeto de profundos cambios y reformas, algunos de los cuales han generado debate sobre su eficacia y dirección. El pasado gobierno implementó un sistema integral que comenzó desde la primera infancia, con iniciativas como las estancias infantiles y los centros CAP (Centros de Atención Primaria), un esfuerzo que sentó las bases para una educación más inclusiva y accesible. Además, la construcción de 30,000 aulas y la extensión de la jornada escolar fueron logros importantes que impactaron positivamente en millones de estudiantes.
Uno de los programas más destacados fue «Ella aprende contigo«, que llegó a iluminar los rincones más oscuros del país, enseñando a leer y escribir a miles de personas que nunca antes habían tenido acceso a la educación formal. Este proyecto se complementó con un sistema de alimentación escolar que cubría desayuno, merienda y almuerzo, además de proporcionar libros, útiles escolares y uniformes.
Con estas medidas, la República Dominicana avanzaba hacia un modelo de educación más equitativo y accesible, demostrando un esfuerzo por romper las barreras históricas que han limitado el acceso a la educación de calidad.
Sin embargo, el actual gobierno parece estar retrocediendo en este terreno, lo que ha generado una gran preocupación en la sociedad. En el ámbito educativo, se ha mantenido una inversión de más de 300,000 millones de pesos, pero la gestión del Ministro de Educación ha sido ampliamente criticada, incluso dentro de su propio partido. Uno de los puntos más controversiales es el programa de transporte escolar y la calidad de los materiales educativos, como los libros de texto, que han llegado a las escuelas con errores ortográficos, lo que ha causado indignación y desconfianza en el sistema.
Lo que es aún más alarmante es el enfoque adoptado por el actual gobierno en cuanto a la formación docente. En lugar de continuar con el modelo de formación de docentes de excelencia y directores calificados, que fue reconocido por el Banco Mundial como un referente para América Latina, el gobierno ha decidido retroceder. Han eliminado los exámenes rigurosos para los futuros educadores y han optado por un modelo más laxo que busca atender el presente político, pero que pone en riesgo el futuro de la educación en el país. Esta decisión refleja una apuesta al populismo y un distanciamiento de las políticas públicas que realmente beneficien el desarrollo educativo a largo plazo.
El Ministerio de Educación ha demostrado tener buenos profesionales comprometidos con el desarrollo del sector, pero las decisiones tomadas desde la cima de la administración no reflejan un compromiso serio con el futuro de los estudiantes. Como lo señaló recientemente el ministro, la educación en la jornada extendida y la jornada completa son vistas de la misma manera, lo que da muestra de una falta de comprensión sobre la importancia de una educación de calidad.
Además, en lugar de centrarse en los aspectos fundamentales de la educación, como la mejora del aula y el apoyo a los docentes, se ha dado prioridad a cambios superficiales, como la modificación de los libros de texto y la compra de nuevos autobuses escolares. Estos son, sin duda, cambios importantes, pero no son suficientes si no se acompasan con una formación docente sólida y un ambiente escolar adecuado. La educación debe ocurrir dentro del aula, con buenos docentes, directores capacitados y, sobre todo, con el apoyo constante a los estudiantes.
Uno de los puntos más importantes que se está perdiendo de vista es la educación en los primeros años de vida. Los estudios han demostrado que el cerebro humano es más receptivo durante los primeros cinco años, por lo que el fortalecimiento de las estancias infantiles debería ser una prioridad para el gobierno. Llenar los municipios de estancias infantiles, sobre todo en las zonas más empobrecidas, debe ser una estrategia central para garantizar que todos los niños, sin importar su condición social, tengan un inicio educativo adecuado. De igual manera, la creación de escuelas de música, que fomenten el desarrollo cognitivo y emocional, debería ser parte de este enfoque integral.
La educación no puede ser una batalla ideológica ni un campo de disputa política. Los libros de texto no deberían ser utilizados para imponer visiones particulares, sino para desarrollar habilidades y capacidades que permitan a los niños convertirse en ciudadanos críticos y preparados para enfrentar los desafíos del futuro. En lugar de debatir sobre errores ortográficos o el contenido ideológico de los libros, deberíamos centrarnos en mejorar las condiciones de enseñanza y aprendizaje, comenzando por los maestros y directores, que son quienes tienen el poder de transformar la vida de los estudiantes.
El gobierno actual de la República Dominicana debe reconsiderar su enfoque educativo. Es esencial que se retome el rumbo de la reforma educativa que estaba encaminada a la mejora de la calidad y accesibilidad de la educación, sin caer en populismos ni soluciones superficiales.
El futuro de los estudiantes dominicanos depende de decisiones bien fundamentadas que busquen fortalecer el sistema educativo desde sus bases: buenos docentes, buenas infraestructuras y un compromiso real con el desarrollo de los niños y jóvenes del país. La educación es la llave para el progreso de cualquier nación, y la República Dominicana no puede permitirse retroceder en este ámbito tan crucial.
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