En el debate político actual de la República Dominicana, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) con el presidente Abinader y sus simpatizantes han intentado posicionarse como los portadores de la bandera de la moralidad y el cambio. Sin embargo, la realidad muestra que no poseen ni la calidad ni el derecho para cuestionar los gobiernos del pasado, específicamente los liderados por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) con Leonel Fernández y Danilo Medina.
Corrupción: Ayer y Hoy
Es cierto y evidente que los gobiernos del PLD permitieron, promovieron y encubrieron actos de corrupción que indignaron a la sociedad. Durante años, el PLD representó un sistema político que priorizaba el enriquecimiento ilícito, el tráfico de influencias y la impunidad sobre los intereses del pueblo. Pero, ¿qué nos prometió el PRM? Cambio, transparencia, una justicia imparcial y la eliminación de esas prácticas.
Cinco años después con Abinader como presidente, esa promesa se ha desmoronado. Hoy vemos en el PRM la misma corrupción, con igual o mayor descaro, que la que criticaron del PLD. Funcionarios y aliados del PRM han sido vinculados al narcotráfico, al tráfico de influencias y al manejo opaco de fondos públicos. Lo que se esperaba fuera una transformación se ha convertido en una repetición de las mismas prácticas que tanto repudiaron.
La Justicia Como Herramienta Política
El llamado “ministerio público independiente” ha sido una de las principales cartas de presentación del PRM. Sin embargo, este no ha logrado obtener una sola condena significativa en los casos de corrupción que ha llevado a cabo. Mucho ruido, titulares sensacionalistas y allanamientos espectaculares, pero pocas pruebas contundentes y cero resultados concretos.
Este supuesto órgano independiente parece más interesado en acumular información para chantajear y presionar a rivales políticos que en procurar justicia. De esta manera, el PRM se asemeja al gobierno de los Estados Unidos, utilizando las instituciones judiciales como herramientas para mantener el poder a cualquier costo, en lugar de priorizar el bienestar de los ciudadanos.
Un Gobierno Incoherente y Torpe
Más allá de los temas de corrupción, el PRM se ha mostrado como un gobierno carente de visión política. Su liderazgo ha demostrado ser torpe, incoherente e incapaz de conectar con las necesidades del pueblo. Mientras el país atraviesa crisis económicas y sociales, la cúpula del PRM parece más preocupada en mantenerse en el poder que en brindar soluciones reales.
La falta de empatía hacia un pueblo bueno pero históricamente descuidado es alarmante. La clase política del PRM se encuentra desconectada de las necesidades reales de los dominicanos, priorizando sus intereses personales sobre las promesas de cambio que los llevaron al poder.
La Falta de Calidad Moral
Si bien el PLD dejó un legado de corrupción y desigualdad, al menos cumplió con una percepción de estabilidad y avances en ciertos sectores. En cambio, el PRM prometió algo distinto, pero ha fallado rotundamente. No pueden cuestionar al pasado porque representan una versión reciclada de los mismos males que juraron erradicar.
La corrupción no es solo una herencia del pasado, sino una práctica vigente en el presente. El PRM ha perdido cualquier autoridad moral para criticar los errores del pasado, porque ellos mismos han caído en las mismas prácticas, demostrando que no se trataba de un cambio real, sino de un simple relevo en el poder.
La República Dominicana merece más que un debate entre quién es menos corrupto o incompetente. El pueblo dominicano debe exigir un liderazgo auténtico, comprometido y dispuesto a romper con las cadenas de la corrupción, la impunidad y la manipulación política.
El PRM con Abinader, lejos de ser el cambio que prometió, se ha convertido en la continuación de un sistema que oprime y decepciona a los ciudadanos. Si no hay un giro drástico en la forma de hacer política, seguiremos siendo testigos de un ciclo eterno de corrupción, desigualdad y desilusión.
Es hora de que el pueblo dominicano deje de aceptar las migajas de los políticos y exija un verdadero cambio. La República Dominicana merece líderes que pongan al pueblo por encima de sus ambiciones personales.
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